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Armamentismo


No. 73 - Noviembre 1997

POSGUERRA MUNDIAL

La OTAN se vuelve inútil

por Gar Smith

La OTAN ya no es necesaria desde el punto de vista político ni de seguridad, asegura el autor, director de Earth Island Journal. En lugar de extenderse hacia Europa oriental, la alianza atlántica debería eliminarse y el dinero ahorrado utilizarse para reparar los estragos causados por medio siglo de abusos militares.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se creó en 1949 para proteger a Europa occidental de una invasión de la Unión Soviética. Con la desintegración del bloque comunista, podía esperarse que lo mismo ocurriera con la OTAN, pero en lugar de ello, la alianza militar se ampliará hacia Europa oriental, incorporando a Polonia, Hungría y la República Checa, a un costo estimado de 100.000 millones de dólares para los contribuyentes de Estados Unidos. ¿Por qué?

En su informe "El Estado de la Unión 1997", el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, afirmó que la expansión de la OTAN era esencial para la construcción de "una Europa democrática e indivisa". Pero como observó David Krieger, presidente de la Fundación de la Era Nuclear para la Paz, "el presidente no indicó de qué forma la ampliación de la OTAN promovería esa meta", ni por qué debe ampliarse antes de 1999, ni por qué los países que alguna vez fueron adversarios de Estados Unidos no pueden ser ahora sus aliados sin pertenecer a la alianza atlántica.

George Kennan, ex embajador de Estados Unidos ante la Unión Soviética, calificó la expansión de la OTAN como "el mayor error político de Estados Unidos en la posguerra fría" y una medida que amenaza con "tener un efecto adverso sobre el desarrollo de la democracia en Rusia".

Asimismo, el Centro de Información sobre Defensa, de Washington, advirtió que la ampliación "podría arruinar toda una década de tratados de control de armas". De hecho, la expansión de la OTAN movió a los rusos a detener las negociaciones sobre el tratado de reducción de armas nucleares Start II. Además, Rusia instauró en mayo una peligrosa política militar que permite un "primer uso" de armas nucleares. Esto revirtió el compromiso asumido por Mijail Gorbachov en 1993 de no utilizar armas atómicas contra países que no poseen ese tipo de armamento. La política de Rusia se asemeja ahora a la empleada por la OTAN en la guerra fría, con el respaldo de Estados Unidos.

La ampliación de la alianza atlántica constituye "una rareza de la política pública y una iniciativa que no promete ningún tipo de beneficio", opinó Michael Mandelbaum, profesor de política exterior de la Facultad John Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados, en la edición del 23 de diciembre de la revista Newsweek. Aunque admitió que Polonia, Hungría y la República Checa "tienen necesidades", señaló que "la protección de la democracia no es una de ellas". Los países de Europa central son los más inestables, y cualquier potencial ataque ruso amenazaría en primer lugar a Ucrania y los países bálticos. "Así, los países que necesitan a la OTAN no la tienen, y los que la tienen no la necesitan", reflexionó Mandelbaum.

Como observó Peter Rudolf en el diario alemán Aussen-Politik, "la expansión de la OTAN es atribuible principalmente al interés de Estados Unidos en perpetuarse como potencia en Europa, y no a un deseo de ‘neocontención’ de Rusia". Según Rudolf, se trata simplemente de una ampliación de la política estadounidense de "hegemonía benigna".

Existen cuatro requisitos básicos para el ingreso a la OTAN: instituciones democráticas, imperio de la ley, libre mercado y control civil de las fuerzas armadas y los servicios secretos. Según estos criterios, Rusia podría solicitar legítimamente su incorporación algún día, del mismo modo que Estados Unidos no sería un miembro apto debido a las actividades "en negro" del Pentágono y muchas de las operaciones de su servicio de inteligencia, que exceden el control civil.

La OTAN y el medio ambiente

En espera de su ingreso a la OTAN, la República Checa inició en su territorio ejercicios militares conjuntos con fuerzas francesas. Para fin de este año se habrán realizado unos 100 ejercicios con camiones, tanques, aviones e infantería que habrán removido caminos, surcado campos, rayado el cielo y descargado municiones activas en bosques cercanos a aldeas checas.

El Comité de la OTAN sobre Desafíos de la Sociedad Moderna identificó algunos de los problemas causados por más de 25 años de actividad de la alianza militar: exposición de poblaciones civiles a filtraciones de materiales tóxicos durante el movimiento de material militar; contaminación del aire sobre áreas urbanas costeras; contaminación del aire por motores de barcos; transporte de agentes contaminantes por ríos, deltas y estuarios; evacuación de desechos radiactivos, contaminación por ruido y accidentes químicos.

Un informe del Comité titulado "Problemas Ambientales Trasfronterizos", de noviembre de 1992, señala que "los problemas de contaminación química son los más difundidos, y muchos de ellos constituyen amenazas a largo plazo para los ecosistemas". El informe agrega que "los principales contaminantes, que afectan tanto el agua subterránea como los océanos, son derivados del petróleo y sustancias químicas derivadas de la producción, prueba y destrucción de armas". Asimismo, "la destrucción insensata de armas químicas y municiones" contaminó instalaciones de la OTAN con explosivos (TNT y aminotoluenos), agentes químicos (gas mostaza y arsénico), hidrocarbonos (keroseno, lubricantes), hidrocarbonos clorados, bifenilos policlorados, DDT, dioxinas, metales pesados (cadmio, cromo, cobre, zinc, mercurio) y fósforos corrosivos.

Los dividendos de la expansión

Una de las funciones no declaradas de los ejercicios militares consiste en asegurar la buena salud de la industria de las armas. Cada vez que se dispara un rifle, se lanza un misil o se estrella un avión de combate que vale millones de dólares, la industria militar sabe que sus contratos se renovarán con seguridad.

El Centro de Información sobre Defensa advirtió que la expansión de la OTAN oculta la intención de abrir mercados para los "mercaderes de la muerte" de la industria militar estadounidense. Esto explicaría por qué el Partido Republicano, que habitualmente se opone a la asignación de fondos para ayuda al exterior, aprueba con entusiasmo el destino de miles de millones de dólares a una región donde las inversiones son altamente riesgosas y Estados Unidos nunca tuvo intereses vitales definidos.

Los ejercicios militares que tienen lugar en República Checa y otros países aspirantes tienen otro importante propósito: la occidentalización de las fuerzas militares de Europa oriental. Las armas del Pacto de Varsovia (tanques T-72 y aviones MIG de la era soviética) ya pasaron de moda, y los sistemas de comunicación existentes deberán ser sustituidos por tecnología digital compatible con la de la OTAN. La integración de fuerzas armadas de Europa oriental a la alianza militar exigirá a los nuevos miembros la inversión de centenas de millones de dólares en rifles aprobados por la OTAN, municiones del calibre estándar de la OTAN y sistemas de comunicación y defensa aérea actualizados según el criterio de la OTAN. La conversión también implica el costo de la enseñanza del inglés, el idioma oficial de la alianza atlántica, a los oficiales de los nuevos países miembros.

No es sorprendente entonces que British Aerospace, Lockheed Martin y McDonnell-Douglas establezcan oficinas en las capitales de los futuros países miembros.

Washington prevé una inversión de 27.000 a 35.000 millones de dólares en la ampliación de la OTAN en los próximos 13 años. RAND Corp. y la Oficina de Presupuesto del Congreso calcularon los costos entre 30.000 y 125.000 millones hasta el año 2010, y estimaciones independientes los situaron en 1.400 millones de dólares anuales.

Cualquiera sea el monto, los grandes ganadores serán los fabricantes de armas. Los dólares estadounidenses enviados a Polonia, Hungría y la República Checa para "otanizar" sus ejércitos estarán sujetos a la condición de invertir el dinero en armas de fabricación estadounidense. Así, la expansión de la OTAN se transformará en otro ejemplo de "Armscam", es decir, el uso de programas de ayuda militar al exterior para canalizar millones de dólares de los contribuyentes hacia las arcas de unas pocas empresas estadounidenses, y en consecuencia a los políticos bajo la forma de contribuciones a las campañas electorales.

El aspecto comercial

Thomas L. Friedman observó en el periódico The New York Times que Europa occidental no teme a Rusia, sino a Europa oriental. La amenaza procede de "las nuevas democracias de libre mercado de Europa oriental, cuyas fábricas y agricultores desean exportar a Europa occidental a precios más baratos que los de ésta y cuyos trabajadores desean irse a Europa occidental en busca de empleo, lo cual haría descender los salarios", dijo Friedman. "Los misiles y tanques rusos son un peligro distante y oscuro, pero el jamón y los trabajadores de Polonia son una amenaza clara y real".

Friedman afirmó que la expansión de la OTAN es "la forma ideal de impedir que los europeos orientales se transformen en miembros de la Unión Europea sin sentirse culpables por ello". Como explicó Mandelbaum: "extendemos el paraguas nuclear de la OTAN hacia Europa oriental, de modo que los europeos occidentales no tengan que comprar sus tomates".

Fortaleza europea

Si la pertenencia a la OTAN protege la democracia y el libre mercado, ¿por qué Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo, Holanda, Portugal y España, todos miembros de la alianza, firmaron el Acuerdo de Schengen para crear una "fortaleza" económica europea? Aunque esos países son partidarios de abrir sus fronteras comunes, arguyen que deben endurecer sus límites orientales para protegerse de los traficantes de droga y el crimen organizado.

Una nueva cortina de hierro (la cortina de Schengen) está erigiéndose en Occidente a medida que los países se apresuran por incorporarse a la fortaleza europea antes de 1998. A instancias de Alemania, Austria invirtió 140 millones de dólares para asegurar sus fronteras con nuevas torres de vigilancia, helicópteros, centinelas armados y focos infrarrojos.

Aunque la OTAN abre sus puertas a Hungría, Polonia y la República Checa, el Acuerdo de Schengen se las cierra. Y mientras los ciudadanos de la fortaleza europea se moverán fácilmente a través de sus puestos fronterizos de control, todos los demás estarán sujetos a detenciones y controles por una computadora al estilo Interpol situada en Estrasburgo, Francia, diseñada para guardar 10 millones de archivos y rastrear un millón de nombres.

"Una vez que hayan terminado con este proyecto, Europa estará nuevamente dividida en dos mitades por largo tiempo", se quejó un conductor húngaro al periodista Eric Geiger, de Chronicle Foreign Service, durante una espera en un nuevo puesto fronterizo de control cerca de Nickelsdorf, Austria.

Según Sueddeutsche Zeitung, de Munich, este neoaislacionismo económico constituye "un ejemplo de cómo, furtivamente, se crean nuevas estructuras antidemocráticas. El día en que Schengen entró en vigor, Europa dio un paso importante, pero en la dirección equivocada".

Las alternativas

Dado que la expansión de la OTAN hacia el este implica un tratado internacional, dos tercios del Senado estadounidense deben ratificarlo. Pero a pesar del alto costo de la ampliación, no hay debate público sobre ella. "Antes de ampliar la OTAN hacia el este, sería prudente analizar íntegramente las implicaciones de seguridad, incluso para las futuras relaciones entre Rusia y Estados Unidos", arguyó David Krieger.

Existe una alternativa aún más directa: abolir la OTAN. Admitir que ya no existe ninguna necesidad política ni de seguridad que justifique la existencia de la alianza militar liberaría miles de millones de dólares que de otra forma se invertirían en armas y actividades militares perjudiciales para el ambiente. El dinero ahorrado podría transferirse a la Organización de las Naciones Unidas y utilizarse para limpiar y reparar la tierra devastada por casi medio siglo de abusos militares.

Este artículo apareció en Earth Island Journal, en el segundo trimestre de 1997.


El impacto ambiental de la OTAN: el caso de Alemania Luego de su incorporación a la OTAN, Alemania debió soportar casi 600.000 vuelos militares por año, un sexto de los cuales se produjeron a una altitud de sólo 225 pies sobre la tierra.

Los jets F-16 contienen casi 27 litros de hidrazina, un combustible altamente tóxico y corrosivo de reserva. La dosis letal de hidrazina es de sólo un gramo. Entre 1965 y 1988, los aviones descargaron sobre Alemania Occidental cerca de 220.000 toneladas de gases de escape como óxido de nitrógeno, dióxido de carbono, hidrocarbono, dióxido sulfúrico y hollín. El keroseno vertido por los jets provocó incendios de bosques cerca de la base estadounidense de Ramstein. Una base aérea canadiense de Lahr derramó 700.000 litros de keroseno, aceite y gasolina en agua subterránea. Un litro de keroseno puede contaminar un millón de litros de agua subterránea. Algunas plantas de descongelación mediante urea envenenaron el agua subterránea y causaron una muerte masiva de peces en el río Kallenbach, cerca de la base aérea estadounidense de Bitburg.

Hubo numerosos incidentes de vogelschlag (caídas de aviones causadas por choques con pájaros). En 1988, casi 120 personas murieron en accidentes aéreos, la mayoría de aviones estadounidenses. Los vuelos rasantes hicieron que las gallinas dejaran de poner huevos y se comieran los ya puestos. Las aves silvestres abandonaban sus nidos cuando se aproximaban los aviones, y la onda expansiva de éstos destruía los nidos.

También se vinculó a los vuelos rasantes con el aumento de ataques cardíacos y abortos espontáneos. Los niños expuestos al ruido de los aviones sufrieron una disminución de su capacidad auditiva. Algunos, aterrorizados, se negaban a salir en días soleados cuando los aviones estaban en el aire, y otros le tomaron miedo a la sombra de los pájaros.




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