Instituto del Tercer Mundo  
   EDICION | TEMAS
   N° 153-154 Julio-Agosto 2004
  Tema de tapa
  Informe Especial
  Mundo
  Ciberzoo
  Libros
 
   Ediciones
   Anteriores
   Ultima edición
 
   Otras publicaciones




Informe Especial


N° 153-154 Julio-Agosto 2004

Seguridad de la biotecnología

Las inquietudes abarcan de lo científico a lo socioeconómico

En forma paralela a la Primera Conferencia de las Partes del Protocolo de Cartagena sobre la Seguridad de la Biotecnología, la Red del Tercer Mundo, con la colaboración del Instituto de Ecología Genética de Noruega y el Instituto de Ecología Genética de Nueva Zelanda, organizó el 22 de febrero en Kuala Lumpur un Seminario Internacional en el cual se abordaron algunas cuestiones clave, en particular los posibles efectos adversos de la ingeniería genética.

El seminario resaltó algunas de las últimas investigaciones científicas independientes de bioseguridad sobre los posibles efectos adversos de la ingeniería genética en la salud humana y animal, y se discutió la falacia de los argumentos científicos de dicha tecnología. Los impactos socioeconómicos de los cultivos manipulados genéticamente fueron debidamente ilustrados por diversos estudios de caso. También se discutieron importantes aspectos de la seguridad de la biotecnología, como el tema de resolver la contaminación, asegurar un monitoreo adecuado posterior a la liberación (del organismo transgénico) y la relación con el control de armas biológicas.

El objetivo del seminario fue ofrecer a los delegados a la Primera Conferencia de las Partes -que se reunían por primera vez a discutir cuestiones cruciales relacionadas con el Protocolo de Bioseguridad- información fundamental para las discusiones y negociaciones. Entre los más de 160 asistentes figuraron representantes de gobiernos tanto del Norte como del Sur, ONGs, académicos y prensa de Malasia y extranjera.

Un compromiso con la bioseguridad

El viceministro de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Malasia, Dato’ Zainal Haji Dahlan, quien abrió el seminario, subrayó que, en su condición de anfitrión de la Primera Conferencia de las Partes y como el primer país que planteó el tema de la seguridad de la biotecnología en las negociaciones del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), en el marco del cual se adoptó el Protocolo de Bioseguridad, Malasia está claramente comprometido con la seguridad de la biotecnología. El enfoque de precaución –reafirmado y puesto en funcionamiento en los procedimientos decisorios del Protocolo- apuntala la seguridad de la biotecnología, añadió.

Svein Tveitdal, director de la División de Convenciones Ambientales del Programa de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA), quien presentó algunos comentarios en nombre del Director Ejecutivo del PNUMA, Klaus Töpfer, hizo hincapié en la necesidad de democratizar el debate de la ingeniería genética y los procesos regulatorios, así como en la necesidad de incluir múltiples dimensiones (de salud, ambientales, ecológicas, sociales, culturales y éticas). Reconoció los vacíos existentes en el conocimiento científico y, por tanto, celebró la investigación independiente y holística de la seguridad de la biotecnología, de manera que puedan adoptarse decisiones verdaderamente informadas. Tveitdal invitó a los participantes a dar urgente respuesta a los resultados científicos que indican efectos adversos de la ingeniería genética, que aseguró ya están apareciendo.

El Secretario Ejecutivo del CDB, Hamdallah Zedan, enfatizó que el Protocolo de Bioseguridad es un tratado de desarrollo sustentable, y no sólo un acuerdo ambiental. Recalcó la importancia del enfoque de precaución para resolver las incertidumbres sobre los impactos de la ingeniería genética, y que no hay contradicción entre la evaluación científica y el enfoque de precaución. También se refirió a las consideraciones socioeconómicas y la participación pública como parte del proceso de toma de decisiones. El desafío, concluyó, es el siguiente: si el Protocolo establece normas y directrices a falta de otras organizaciones que establezcan normas, ¿acaso esto lo usarán los miembros de la Organización Mundial de Comercio, dado que el ámbito del Protocolo es mucho más amplio?

Motivo de preocupación

Terje Traavik, del Instituto de Ecología Genética de Noruega (Genök), Universidad de Tromsö, reiteró la importancia del enfoque de precaución. Explicó que la ciencia de la bioseguridad sufre de falta de investigación, ya que no se realizan las investigaciones pertinentes por la presión de poderosos intereses comerciales. Traavik describió algunas de las investigaciones independientes en materia de bioseguridad que actualmente conduce el Genök, y que incluyen experimentos de alimentación en ratas utilizando materiales manipulados genéticamente, los efectos de la exposición a productos transgénicos y trabajos en virus de viruela transgénicos.

Si bien la investigación todavía está en una etapa inicial, los resultados preliminares que Traavik reveló son motivo de preocupación, ya que podrían ser las primeras advertencias de los impactos potencialmente adversos de los organismos modificados genéticamente. Por ejemplo, en los experimentos de alimentación en ratas, el promotor virus del mosaico del coliflor (CaMV) 35S, utilizado actualmente en la mayoría de los cultivos comerciales transgénicos, pudo ser detectado intacto en varios órganos hasta tres días después de una única comida que contenía una construcción de ADN transgénico (fin del experimento). Traavik explicó que esto significa que el ADN es más persistente de lo que se había aducido previamente. Es necesario seguir trabajando para ver si el promotor CaMV 35S es activo en células de mamíferos, y por tanto puede ejercer un efecto biológico, si bien las pruebas in vitro realizadas en Genök con varios cultivos de células demuestran que sí es activo.

Traavik también describió los resultados de análisis de sueros sanguíneos de personas que habitan cerca de campos de maíz Bt. Muchas habían experimentado cuadros de deficiencia respiratoria e intestinal durante la época de polinización. Si bien las autoridades sanitarias locales lo atribuyeron a una epidemia viral, algunas familias que salieron de la zona experimentaron una mejoría de los síntomas, pero volvieron a tenerlos cuando regresaron. Traavik explicó que esto es más indicativo de una respuesta inmunológica que una enfermedad infecciosa. Los sueros sanguíneos tenían anticuerpos IgG, IGA e IgM dirigidos a la toxina Bt. Los anticuerpos IgG demuestran que un individuo ha sido expuesto al antígeno (toxina Bt) en el correr de su vida. Esto podría deberse a la exposición a las toxinas bacterianas que se presentan naturalmente. Sin embargo, los anticuerpos IgA e IgM evidencian que un individuo ha sido expuesto al antígeno en los últimos meses. Si bien aconsejó cautela y evitar interpretar los resultados de manera exagerada o deducir alguna relación causa-efecto, la coincidencia de la época de los síntomas, la producción de anticuerpos al suero y la época de polinización merecen que se profundice la investigación.

En efecto, los vacíos en la investigación asociados con los riesgos son numerosos. Así, cualquier conclusión acerca de que los transgénicos son seguros es prematura porque no hay pruebas suficientes como para informar a las instancias donde se toman las decisiones. Mientras tanto, como destacó Arpad Pusztai, los pocos estudios bien diseñados publicados hasta la fecha demuestran efectos biológicos de los alimentos transgénicos que podrían a llegar a ser muy preocupantes. Describió algunos de esos estudios que analizaron el aparato digestivo, ya que el alimento transgénico, como todos los alimentos, afectará en primer lugar al intestino. Los ensayos de alimentación con el tomate Flavr-Savr, el primer transgénico comercializado, provocaron erosiones estomacales (necrosis) en ratas. La investigación llevada a cabo por científicos egipcios demostró que las papas Bt provocaron efectos adversos en el íleon de ratas. Además, la protoxina Cry 1 Ac (una toxina Bt) ha demostrado ser un poderoso inmunógeno sistémico y mucoso (capaz de causar una respuesta inmunológica) y adyuvante (una sustancia que mejora la respuesta inmunológica).

En la propia investigación de Pusztai sobre papas transgénicas que expresaban la lectina del “snowdrop” (galanthia nivalis), esas papas indujeron un crecimiento proliferativo en estómago, intestino delgado e intestino grueso de ratas. Como ese efecto no se evidenció en controles alimentados con papas no transgénicas o con papas no transgénicas suplementadas con lectina del “snowdrop”, Pusztai declaró que el efecto no se debe a la expresión transgénica sino que podría deberse a la inserción en el genoma.

Error de cálculo

Jack Heinemann, del Instituto de Ecología Genética de Nueva Zelanda, Universidad de Christchurch, utilizó un estudio de caso de contaminación transgénica de maíz no transgénico en Nueva Zelanda para ilustrar cómo las limitaciones de las técnicas de detección y los supuestos que se hicieron condujeron a un error de cálculo de, en primera instancia, la existencia de contaminación, y también el grado real de contaminación. Subrayó que los límites de detección no están relacionados con los impactos, y que los umbrales que requieren etiquetado no deberían ser utilizados como umbrales de seguridad. De hecho, lo que parecen números pequeños pueden convertirse rápidamente en números grandes. Heinemann reiteró que habrá contaminación accidental a pesar de normas y reglamentaciones, y que no hay una forma clara de garantizar el confinamiento de los transgénicos.

Mae-Wan Ho, del Instituto de Ciencia en Sociedad, Reino Unido, subrayó que la ingeniería genética rompe todas las normas de la evolución. Criticó el paradigma científico que sustenta a la ingeniería genética, el cual dice que los genes determinan las características de los organismos en cadenas lineares y de una sola vía. En cambio, el “genoma fluido” es una descripción más adecuada de cómo se comportan los genes y el genoma en un organismo, reflejando una intercomunicación constante entre todas sus partes. La ingeniería genética altera esta coordinación perfecta.

Ho describió cómo la ingeniería genética recombina nuevas combinaciones de ADN de fuentes muy diferentes, e inserta deliberadamente las construcciones artificiales en los genomas de los organismos. Como la integración en el genoma es al azar, pueden surgir efectos imprevisibles. Además, señaló que la reciente caracterización molecular de la estructura del (los) inserto(s) transgénico(s) ha demostrado que los insertos transgénicos de cinco líneas comerciales se han reordenado. Esta inestabilidad transgénica puede estar vinculada al promotor CaMV, ampliamente utilizado, que tiene un “punto de recombinación muy eficaz”. Por tanto, enfatizó, hay riesgos inherentes asociados al ADN transgénico.

Monitoreo a largo plazo

Frente a todos esos aspectos inquietantes en materia de seguridad de la biotecnología, Susan Bardocz enfatizó la importancia del monitoreo posterior a la liberación de los transgénicos. La ingeniería genética es una tecnología que no puede “apagarse” ya que los organismos transgénicos se autoreplican, y el monitoreo a largo plazo es necesario para registrar tendencias en efectos predecibles y para detectar efectos que no fueron previstos. Manifestó que los gobiernos deberían ser los responsables del monitoreo, con la participación de científicos del sector público, mientras que la industria debería costear los gastos. Bardocz describió los pasos necesarios para el monitoreo efectivo de los diversos componentes del ambiente –suelo, aire y agua- y de la salud humana y animal. También subrayó los aspectos que deberían ser monitoreados, dónde, cómo y durante cuánto tiempo.

Edward Hammond, del Proyecto Sunshine, discutió las tendencias emergentes de la ingeniería genética y las armas biológicas, y las consecuencias para la regulación de la seguridad de la biotecnología. El avance vertiginoso de la ingeniería genética ha aumentado los riesgos de la guerra biológica, y Hammond compartió algunos ejemplos particulares. Como el centro de atención común del Protocolo de Bioseguridad y de la Convención de Armamento Biológico y de Toxinas está enfocado en los riesgos de la biotecnología moderna, invitó a que fortalecieran sus vínculos y apoyo mutuo para regular la seguridad de los transgénicos e impedir un avance en la creación de armas biológicas.

La experiencia de Argentina

Los nefastos impactos ambientales, de salud y socioeconómicos de los transgénicos quedaron sumaria y claramente evidenciados en la experiencia de Argentina con el cultivo comercial de transgénicos. Adolfo Boy, del Grupo de Reflexión Rural, demostró cómo el país, otrora conocido como el “granero del mundo”, entró en una espiral de desesperación en la que campea el hambre, el desplazamiento interno de poblaciones rurales y la pérdida de los cultivos alimenticios tradicionales. La expansión exponencial de vastas extensiones de tierra concentrada, plantadas con soja transgénica RR (Roundup Ready), exacerbada por la necesidad de pagar la deuda externa cubriendo las necesidades del mercado exportador, ha provocado esta situación.

Según Boy, las malezas se han multiplicado ya que ha aumentado la tolerancia y resistencia al glifosato (el herbicida utilizado con la soja RR). Esto ha llevado a que los herbicidas se apliquen con mayor frecuencia, utilizando mayores concentraciones en cada aplicación. Señaló que la necesidad de controlar semillas difíciles, incluida la propia soja RR después de la cosecha, ha hecho que se utilicen herbicidas tóxicos más antiguos, como el 2,4D y el Paraquat, prohibidos en varios países. Se rocía con los herbicidas desde aviones sobre la soja RR, pero eso tiene efectos devastadores en la salud de las poblaciones locales y en su ambiente y cultivos alimenticios.

El creciente uso de herbicidas en Argentina no es un caso aislado. Lim Li Ching, de la Red del Tercer Mundo y del Instituto de Ciencia en Sociedad, describió una investigación reciente en Estados Unidos que reveló que el impacto de conjunto de los cultivos transgénicos en los primeros ocho años de su plantación comercial (1996-2003) había sido aumentar el uso de plaguicidas (herbicidas e insecticidas) por encima de los 50 millones de libras. Esto se debe principalmente a la necesidad de utilizar más herbicidas en cultivos tolerantes a herbicidas, especialmente la soja RR, para lograr un control de malezas adecuado. El cambio hacia especies más difíciles de controlar, sumado al surgimiento de resistencia genética en ciertas poblaciones de malezas, ha dado lugar a la necesidad de aplicar herbicidas adicionales y/o aumentar las tasas de aplicación.






Revista del Sur - Red del Tercer Mundo - Third World Network 
Secretaría para América Latina:  Jackson 1136, Montevideo 11200, Uruguay
Tel: (+598 2) 419 6192 / Fax: (+ 598 2) 411 9222
redtm@item.org.uy - www.redtercermundo.org.uy