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No. 145 - Mayo 2001

Salud pública versus monopolios farmacéuticos

por Chakravarthi Raghavan

Algunas iniciativas de la sociedad civil han llamado la atención internacional sobre el acceso (o la falta de acceso) de los pobres a medicamentos esenciales, una cuestión que pone de relieve el creciente conflicto entre las necesidades de salud y las normas de propiedad intelectual, o entre el bien público y la codicia empresarial.

La cuestión de la disponibilidad de medicamentos esenciales para los pobres pasó a ocupar un lugar de prioridad en la agenda internacional como consecuencia de la multiplicación de conflictos entre el interés público y la ambición de las multinacionales. Esos enfrentamientos involucran, por un lado, a diversas organizaciones no gubernamentales (ONG), y por otro, a un puñado de gigantescas compañías farmacéuticas y sus respectivos gobiernos, léase Estados Unidos y la Unión Europea.

En medio de ambas partes están la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), algunos de cuyos funcionarios, defensores de los derechos de propiedad intelectual y de los grandes laboratorios, intentan parecer tomados por sorpresa por la forma y la velocidad con que el debate se ha intensificado y ha atraído la atención pública. Se trata de un conflicto entre el bien público y la ambición económica privada, entre principios éticos de salud y derechos humanos -que incluyen el derecho a medicamentos esenciales a precios accesibles- y normas comerciales, y entre los deberes y responsabilidades del Estado y los de la comunidad internacional.

Primer plano

Aunque la situación de los países en desarrollo afectados por la epidemia de VIH/sida ocupó por sí misma titulares de periódicos y fue causa de una sostenida agitación en favor de la rebaja de los precios de los fármacos, algunos hechos ayudaron a poner en primer plano este problema: la campaña de la organización internacional Médicos sin Fronteras y otras ONG contra los grandes laboratorios, la demanda de éstos contra el gobierno de Sudáfrica por permitir licencias obligatorias e importaciones paralelas (demanda que finalmente debieron retirar en abril), y la iniciativa del grupo humanitario británico Oxfam, llamada "Injusticia patente: Cómo las normas del comercio internacional amenazan la salud de los pobres".

Un negociador comercial de un país en desarrollo dijo en marzo que la campaña de Oxfam logró en un par de semanas lo que los negociadores del Sur no habían logrado desde el acuerdo de Marrakech que dio origen a la OMC en 1994, es decir, hacer reaccionar a los funcionarios de la OMS y la OMC, y a quienes rigen la política comercial de Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea y otros países ricos, como también a sus gobernantes.

Sin embargo, el diplomático opinó que, aunque la obtención de fármacos baratos para el sida es muy importante, sería lamentable que la campaña terminara con eso y no abordara el problema básico.

La relación entre el acuerdo de la OMC sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs, por sus siglas en inglés), las patentes farmacéuticas y la capacidad de los países en desarrollo de garantizar la disponibilidad de medicamentos a precios accesibles fue planteada en la semana del 2 de abril en el Consejo de la OMC sobre TRIPs. El Consejo decidió discutirla especialmente durante su próximo encuentro en junio. Hasta ahora, el asunto sólo había sido abordado en foros de ONGs.

El 16 de marzo, en una reunión informal del Consejo General de la OMC sobre cuestiones de aplicación, India llamó la atención hacia las presiones ejercidas desde fuera de la OMC en cuanto a los precios de los productos farmacéuticos y sugirió una acción rápida en lo referente a los TRIPs. Por su parte, Zimbabwe señaló que las iniciativas sobre los TRIPs y los productos farmacéuticos procedían de fuera, incluso de ONGs.

También se prevé que Sudáfrica y Brasil planteen en la Asamblea Mundial de la Salud la cuestión de los fármacos esenciales, los TRIPs y otros asuntos de interés público. Los ministros de salud del Movimiento de Países No Alineados reunidos en Sudáfrica en la semana del 26 de marzo expresaron su pleno respaldo a estas iniciativas.

A fines de enero, paralelamente al Foro Económico Mundial celebrado en Davos, la directora general de la OMS, Gro Harlem Brundtland, y otros altos funcionarios de la organización se reunieron con ejecutivos de los principales laboratorios y les pidieron que redujeran los precios de los medicamentos para el sida en los países en desarrollo. El posterior anuncio de la negociación de precios con descuento para los países africanos por parte de las multinacionales fue considerado decisivo para evitar una crisis en materia de salud.

Pero las campañas de Médicos sin Fronteras y Oxfam, y el apoyo masivo que han logrado, parecieron sorprender tanto a la OMS como a la OMC, y aquéllas intentan aprovechar esta situación para reducir el costo de los fármacos y de la atención de la salud en general en los países en desarrollo.

Las secretarías de la OMS y la OMC organizaron en Noruega un taller de expertos del 8 al 11 de abril para mejorar el acceso de los pobres a medicamentos esenciales, en especial mediante precios diferenciales. Ambas secretarías enfatizaron que se trató de una reunión de expertos, no de un encuentro intergubernamental; que el propósito básico fue comprender mejor los conceptos de valoración diferencial y financiación de drogas esenciales, y que quedaría a criterio de las partes decidir qué hacer con esa información.

La fijación de precios diferenciales, explicó la OMS, debe tener en cuenta el poder adquisitivo de los consumidores y garantizar precios bajos en los países más pobres. Uno de los asuntos analizados en el taller fue si los precios diferenciales serían buenos para todos, es decir, beneficiosos para los consumidores de las naciones pobres y a la vez no perjudiciales para los incentivos a la innovación.

Algunas ONGs temen que las empresas farmacéuticas acuerden en forma autónoma cobrar precios diferentes en sus distintos mercados a cambio de lo que no pudieron obtener en la Ronda Uruguay del GATT (antecesor de la OMC) y en el acuerdo sobre TRIPs: impedir las importaciones paralelas en cualquier mercado. (Las importaciones paralelas consisten en la práctica de importar un producto patentado de otro país donde se vende más barato).

Negociando monopolios

La industria farmacéutica fue una de las fuerzas principales, junto con las industrias del cine y los programas informáticos, en la campaña de Estados Unidos en las negociaciones comerciales multilaterales de la Ronda Uruguay. Esa campaña resultó en la formulación de normas "mínimas" que aseguraron derechos de monopolio a los propietarios de patentes en el acuerdo sobre TRIPs.

En tanto, una campaña en los medios de comunicación que llamaba "piratas" y "falsificadores" a todos aquellos contrarios a establecer normas mundiales sobre propiedad intelectual silenció a muchas organizaciones de la sociedad civil, en especial porque las demandas y las negociaciones se mantenían en secreto, y apenas se presentaban al público los resultados finales. Las verdaderas implicaciones salen a la luz recién ahora, cuando los países en desarrollo se ven obligados a aplicar las normas del TRIPs y comienzan a surgir disputas en la OMC (y, en el caso de Sudáfrica, en sus tribunales).

Mientras los países pobres se enfrentaban a los ricos y poderosos en conversaciones casi secretas durante cerca de ocho años en la Ronda Uruguay, y mientras el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional presionaban al Sur en desarrollo bajo la bandera del "libre comercio", el resto del sistema internacional permanecía al margen, sin capacidad o sin voluntad de hacer frente a Estados Unidos y a la ortodoxia económica predominante del liberalismo neomercantilista.

TRIPs, una píldora amarga

En la propia OMS, tras el alejamiento de Halfdan Mahler de la Dirección General a mediados de los años 80, la presión de las grandes compañías farmacéuticas se hizo sentir. Sólo después de 1995, bajo la dirección de Hiroshi Nakajima, la OMS empezó a considerar el problema de los fármacos esenciales, sus precios y el TRIPs. Cuando Gro Harlem Brudtland sustituyó a Nakajima, planteó su opinión de que la salud y los intereses relacionados con la propiedad intelectual son irreconciliables, y promovió dentro de su organización una mesa redonda con la industria farmacéutica sobre la oferta de medicamentos para el Sur en desarrollo.

Este enfoque inicial de la OMS bajo la dirección de Brundtland y algunas de sus iniciativas posteriores —como la del control del tabaco, que atrajo la atención de la prensa internacional— parecieron proyectar una visión diferente de la organización sobre los precios de los medicamentos esenciales y los derechos de propiedad intelectual. No obstante esto, la Asamblea Mundial de la Salud pidió a la OMS que siguiera de cerca la cuestión.

En marzo de este año, la OMS declaró que las normas actuales sobre propiedad intelectual, incluso las establecidas en el acuerdo sobre TRIPs, se derivan de las normas de los países industrializados y "no son necesariamente adecuadas para las naciones con problemas de salud y desarrollo".

La cuestión es cómo reconciliar los incentivos del mercado para la innovación con precios accesibles para los pobres, señalaron funcionarios de la OMS. Uno de ellos planteó en el taller OMS/OMC que un enfoque basado en grandes volúmenes de ventas y bajos márgenes de ganancias podría producir buenos resultados económicos, y se preguntó por qué los laboratorios no lo adoptan. La respuesta es, simple y obviamente, que ese enfoque no puede prevalecer en una situación de monopolio internacional (precisamente lo que el acuerdo sobre TRIPs aseguró para las compañías farmacéuticas), y la tendencia en tales condiciones de mercado es a obtener grandes ganancias con bajo volumen de ventas.

Hasta el advenimiento de la OMC y el TRIPs, el conflicto entre el bien público y las ganancias privadas se había resuelto en cada país mediante políticas y normas de propiedad intelectual que equilibraban los intereses públicos y privados. La OMC rompió ese equilibrio con sus normas internacionales y produjo así una pérdida de bienestar social que llevó aun a defensores del libre comercio como Jagdish Bhagwati y T.N. Srinivasan a afirmar que el acuerdo sobre TRIPs no tiene lugar en la organización comercial. Esta es la actitud que habían adoptado anteriormente numerosas ONG con su campaña "Reducirse o hundirse" contra la OMC.

Sobre las cuestiones planteadas por economistas liberales como Bhagwati y Srinivasan o por las ONG, los funcionarios de la OMC declararon que no podían emitir opinión ni adoptar posición en torno a asuntos pertenecientes al dominio de los gobiernos miembros, y que el propio acuerdo sobre TRIPs fue intensamente negociado y cuidadosamente equilibrado.

Por su parte, la OMS elogió públicamente la política de Brasil que le permitió garantizar la disponibilidad de medicamentos para el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida) a precios bajos para todos los pacientes. Asimismo, la organización declaró que las medidas nacionales de Sudáfrica sobre los fármacos representaban "una buena política de salud pública".

Si bien la OMS no intervino directamente en el juicio de 39 compañías farmacéuticas transnacionales contra el gobierno de Sudáfrica, con el argumento de que se trataba de una cuestión interna, ofreció ayuda técnica a ese país. Finalmente, a mediados de abril, los laboratorios resolvieron desistir de la demanda.

En cuanto a la reclamación planteada por Estados Unidos contra Brasil en la OMC, que fue derivada a un panel de solución de diferencias, la posición oficial de la OMS es, una vez más, que se trata de un asunto entre dos miembros de la OMC y no puede emitir opinión al respecto.

Pero no sería lógico que la OMS y otras agencias de las Naciones Unidas permanecieran totalmente al margen de estas disputas comerciales luego de haber elogiado la política brasileña sobre fármacos para el sida y exhortado a otros países a adoptar políticas similares. De hecho, el 23 de abril, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas respaldó a Brasil en su política de libre acceso de los enfermos de sida a las medicinas más modernas.

Aunque en los casos de Brasil y Sudáfrica se ha destacado el efecto de sus políticas sobre la disponibilidad de drogas antirretrovirales para el tratamiento del sida, ambos gobiernos subrayan que sus leyes sobre propiedad intelectual abarcan mucho más que eso y deben ser consideradas y protegidas en esas condiciones.

Hasta hace muy poco, la OMS opinaba, al igual que algunas compañías farmacéuticas, que los fármacos genéricos ofrecidos a bajo precio por laboratorios de países en desarrollo no eran de buena calidad. Sin embargo, cambió de opinión cuando se demostró que Cipla, un laboratorio indio que ofreció drogas muy baratas para el sida a gobiernos africanos y aceptó venderlas aún más baratas a través de Médicos sin Fronteras, de hecho produce y provee fármacos genéricos para algunas de las principales empresas farmacéuticas del mundo, que luego las revenden bajo sus propias marcas.

Funcionarios de la OMS destacaron que, a pedido de algunos países miembros y por resolución de la Asamblea Mundial de la Salud, la organización analizó la relación entre los TRIPs y la salud, pero dado que los miembros de la OMS lo son también de la OMC, son los gobiernos los que deben procurar la manera de garantizar el acceso a los medicamentos a precios accesibles sin violar las normas del acuerdo sobre TRIPs.




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