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No. 113/114 - Marzo/Abril 2001

Biotecnología

Virus mortal de laboratorio

por Martin Khor

Las últimas noticias sobre la creación accidental de un virus durante un experimento de ingeniería genética fueron una señal de alerta respecto de la necesidad de supervisión y regulación de la tecnología. En el experimento fallido, un virus mousepox (estrechamente emparentado al virus de la viruela) adquirió la capacidad de dañar el sistema inmunológico de los ratones de laboratorio y los mató a todos. Los científicos que participaron del experimento advirtieron que no es muy difícil fabricar virus similares, pero letales para los seres humanos. ¿Estamos en peligro de contraer nuevas enfermedades creadas en laboratorios mal supervisados?

El peligro potencial que implica la aplicación de la ingeniería genética con fines médicos adquirió trágica notoriedad a principios de enero, cuando científicos australianos revelaron que habían creado por accidente una versión letal del virus mousepox, que mató a todos los ratones de un experimento. Si se hubiera utilizado el mismo método con el virus de la viruela (similar al mousepox), la consecuencia podría haber sido un tipo de virus más peligroso que el fabricado por los australianos y letal para los seres humanos.

Científicos del mundo entero llevan a cabo cientos de experimentos en los cuales modifican virus y bacterias genéticamente. Como se pudo apreciar en el caso de los australianos, es posible crear nuevos virus muy peligrosos, con o sin intención de hacerlo, cuyas consecuencias resultarían catastróficas para la salud. Es probable que lo ocurrido en enero encienda un gran debate sobre de la necesidad de regular estrictamente la investigación, la experimentación y la utilización de animales y seres humanos en ingeniería genética.

En los últimos tiempos ha habido numerosas manifestaciones públicas contra la ingeniería genética, pero la mayor parte de las inquietudes estaban centradas en su aplicación a la agricultura y en la confiabilidad de los alimentos genéticamente modificados. El caso del virus mousepox australiano causa preocupación en cuanto a la aplicación de la biotecnología con fines médicos o, incluso, como arma de guerra biológica y terrorismo. Los científicos que realizaron el experimento han hecho públicos estos riesgos y han advertido que se podría utilizar ese mismo método, sin demasiadas dificultades, para desarrollar una nueva cepa letal de viruela e iniciar así una guerra biológica. "Al modificar el virus de determinada manera, descubrimos que morían animales normalmente resistentes a dicho microorganismo", declaró Bob Seamark, director de la investigación. "Lo inquietante es que esta misma modificación puede aplicarse a los virus humanos de modo de aumentar su virulencia o, al menos, reforzar su capacidad letal".

Seamark y el Centro de Investigación Cooperativa lanzaron una alerta mundial contra el mal manejo de las investigaciones. Otra científica, Annabelle Duncan, exhortó a la Convención sobre Armas Biológica a ser más estricta para dificultar el acceso al resultado de las experimentaciones científicas con el fin de crear armas mortales. Duncan es directora del departamento de ciencia molecular de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth, que contribuyó a crear el virus, y fue una de las científicas que dirigió al equipo que investigó los agentes biológicos almacenados en Irak.

Está muy bien que los científicos adviertan sobre los peligros que implica la mala utilización de los resultados de sus investigaciones por parte de los "bioterroristas", pero también habría que tener en cuenta los riesgos que implican experimentos como el de Australia, que podrán ser legales pero no por ello dejan de presentar graves problemas. ¿Qué habría pasado si el nuevo virus letal de mousepox se hubiese escapado del laboratorio y estuviera moviéndose libremente en el aire? Y, una posibilidad aún peor: ¿podrían crearse nuevos virus modificados genéticamente capaces de generar versiones más letales de las enfermedades que amenazan la vida humana (como la viruela) o nuevas dolencias?

El caso australiano fue dado a conocer en enero a través de la revista New Scientist y luego se difundió al mundo entero a través de la BBC y otras agencias de prensa. El informe del New Scientist comenzaba de modo trágico: "Un equipo de científicos australianos ha creado accidentalmente un virus que mata a todas sus víctimas anulando parte de su sistema inmunológico. El virus de mousepox modificado no afecta a los seres humanos, pero está muy vinculado al de la viruela, lo cual hace temer que esa tecnología podría utilizarse con fines bélicos". Los científicos intentaban crear una vacuna anticonceptiva de ratones para limitar la proliferación de roedores propagadores de enfermedades, y no se habían propuesto fabricar un virus letal.

Ron Jackson, de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth, e Ian Ramshaw, de la Universidad Nacional de Australia, insertaron interleuquina 4, un gen que crea buena parte de las moléculas y se encuentra naturalmente en el cuerpo humano, en un virus mousepox. Se suponía que la molécula estimularía anticuerpos contra las proteínas del huevo de los ratones hembra, con los que se lograba que quedaran infértiles. El virus mousepox fue utilizado como vehículo para transportar las proteínas del huevo hacia los ratones y estimular así una respuesta de los anticuerpos. Se agregó el gen de interleuquina 4 para disparar la producción de anticuerpos, y "la sorpresa fue que suprimió totalmente la respuesta mediada por la célula, la rama del sistema inmunológico que combate las infeccione virales", explica el informe del New Scientist.

Con el procedimiento del virus mousepox los ratones no suelen mostrar sino leves síntomas de enfermedad, pero con el gen agregado, murieron todos en nueve días. "Habría que asumir que si un idiota agrega interleuquina 4 en un virus de viruela humana, aumentaría drásticamente su poder letal", declaró Jackson.

El virus modificado presenta una resistencia inusual a las vacunas, puesto que las aplicadas a los ratones para protegerlos del virus de mousepox sólo sirvieron en la mitad de los animales expuestos a la versión letal. Si se crea una versión humana de dicho virus, los programas de vacunación serían de utilidad restringida. A la luz del incidente, el informe del New Scientist plantea una pregunta vital: ¿Es posible que la investigación de nuevas vacunas contra el cáncer y otras enfermedades resulte en la creación inadvertida de virus humanos letales?

Muchas de las vacunas modernas más prometedoras dependen de virus para transportar los genes hacia el interior del cuerpo y contienen genes que, directamente, alteran la respuesta inmunológica. "Pero los investigadores no se han preocupado por esto porque, hasta ahora, había pruebas de que los cambios en la constitución genética de los virus los volvían invariablemente menos virulentos y nunca más de lo que ya eran", sigue el informe. Ahora, los científicos australianos decidieron hacer públicos los resultados de su experimento. "Queremos avisarle a la población que esta tecnología potencialmente peligrosa está disponible", declaró Jakson. "Queremos que la comunidad científica tome conciencia de que debe ser muy cuidadosa, ya que no es muy difícil crear organismos peligrosos", insistió.

La advertencia de estos científicos obliga a plantearse varias preguntas. ¿Qué habría pasado si hubieran ocultado su descubrimiento? ¿Cuántos científicos han participado en experimentos de ingeniería genética de los cuales también surgieron virus letales, pero no dieron a conocer públicamente sus hallazgos o ni siquiera se enteraron de la gravedad de lo que pueden causar esos organismos modificados? ¿Existen regulaciones adecuadas para impedir la producción y expansión de virus y bacterias modificados, potencialmente peligrosos? ¿Acaso las autoridades de cada país y de los organismos internacionales tienen idea de todos los experimentos que se llevan a cabo?

Dada la gravedad del accidente ocurrido en Australia, es necesario responder estas preguntas y extremar las precauciones antes de que se produzca una emisión –intencional o accidental- de microbios letales. La emergencia, expansión y efectos del virus del sida son un ejemplo clarísimo de la devastación que puede provocar un nuevo virus o bacteria sobre la vida y la salud humana. La noticia de que un nuevo virus creado en un laboratorio puede matar a todas sus víctimas aniquilando una parte importante de su sistema inmunológico debería servir como alerta para que se tomen medidas reguladoras antes de que sea demasiado tarde.

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Martin Khor es director de la Red del Tercer Mundo.






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