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Financiación para el Desarrollo


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Diálogo de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo

Declaración de Roberto Bissio, Director del Instituto del Tercer Mundo, en nombre de Control Ciudadano y del Grupo Facilitador Internacional de ONGs sobre el seguimiento de la Financiación para el Desarrollo (IFG)

Nueva York, 30 de octubre de 2003

Sr. Presidente,

El martes pasado tuve el honor de moderar una de las audiencias de la sociedad civil preparatorias de esta sesión. Resumiendo los principales mensajes emanados de esas sesiones, permítame agradecer a la secretaría por organizar este mecanismo innovador y valioso que dio como resultado un diálogo activo con las delegaciones nacionales y las organizaciones internacionales. Esperamos que en las futuras sesiones las audiencias aumentarán el número de participantes, así como también esperamos que el seguimiento de la Cumbre de Monterrey sobre la Financiación para el Desarrollo gane en fuerza y tiempo y compita menos con otras reuniones.

En seis importantes intervenciones y durante el debate, las ONGs evaluaron los avances y retrocesos experimentados desde Monterrey y propusieron una idea y pasos concretos para el futuro. La conferencia de Monterrey fue presentada como un caso logrado porque allí se asumió el compromiso de aportar fondos adicionales. Y la Ayuda Oficial para el Desarrollo total aumentó 5% en 2002. Sin embargo, se trata de un aumento que figura entre los niveles de las contribuciones a la ayuda para el desarrollo más bajos de la historia, y es una pequeña parte del dinero que se estima necesario para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En ese mismo año, antes de la guerra de Irak, los gastos militares en el mundo aumentaron un 6%, alcanzando los 794.000 millones de dólares. Aparentemente, sigue siendo más fácil conseguir dinero para la guerra que para el desarrollo.

Durante las audiencias, las organizaciones de la sociedad civil identificaron varios mecanismos para recaudar recursos, como por ejemplo un Fondo Internacional de Finanzas propuesto, impuestos y gravámenes a la utilización de los bienes mundiales, un impuesto a las transacciones monetarias y, en último lugar pero no menos importante, la recuperación de los activos sacados de los países por actos de corrupción, todo lo cual podría ser acordado en el marco del seguimiento de la Financiación para el Desarrollo y la aplicación del convenio internacional contra la corrupción.

Se discutió la experiencia de la Argentina, como un ejemplo paradigmático de cómo, una vez más, los “países modelo” fracasan trágicamente. Las consecuencias de esos reiterados fracasos fueron sufridos por los pueblos, y particularmente por las mujeres y los niños, y no por quienes recomendaron las políticas o las aplicaron. También aprendimos de esas crisis dramáticas que las políticas macroeconómicas tienen un sesgo de género.

Sr. Presidente,

En estos días se ha mencionado reiteradamente la necesidad de controlar el cumplimiento de los compromisos asumidos en Monterrey. Control Ciudadano ha estado monitoreando compromisos acordados internacionalmente desde la Cumbre Social de 1995, y lamentamos tener que informar que en el “nuevo contrato” que surge de Monterrey, una de las partes todavía tiene que cumplir con su cuota del trato. Los países desarrollados no están cumpliendo el Objetivo 8 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y entre ellos, los miembros del Grupo de los 7 son los que están más a la zaga. De hecho, parece haber una relación inversa, cuanto mayor y más poderoso es el país, mayor es la lentitud con la que cumple sus compromisos.

La promesa de una ronda para el desarrollo que se hizo en Doha y se pregonó en Monterrey, no se materializó en Cancún. La falta de un acuerdo deja al descubierto los problemas de gobernanza, que a su vez tienen raíces históricas. La función de la ONU ha sido retaceada en los últimos veinte años por una decisión política del Grupo de los 7. Las Instituciones de Bretton Woods y la OMC han incursionado en ámbitos que están fuera de su mandato original. La OMC debería dedicarse al comercio, y no a los servicios o a políticas de salud a través de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio; el FMI debería dedicarse a las finanzas, a asegurar la estabilidad, a combatir la volatilidad y la especulación, y no a instrumentar políticas comerciales exigiendo la liberalización unilateral; el Banco Mundial debería apoyar proyectos bien diseñados y no imponer ajustes estructurales.

Las Naciones Unidas deberían recuperar su función de establecer disposiciones normativas, especialmente en derechos humanos, derechos laborales y políticas sociales. Hay un desequilibrio escandaloso en la forma en que se hacen cumplir los derechos empresariales a través de sanciones comerciales y la falta de poder de tratados de derechos humanos, en especial del derecho a la vida misma.

Las finanzas, el comercio y el desarrollo están interrelacionados, como se reconoció en Monterrey, pero nadie presta atención a esa relación. Se ha sugerido la necesidad de contar con un organismo de supervisión como un Consejo de Seguridad Económico y Social. Mientras se negocia una reforma tan ambiciosa, es posible adoptar ahora, durante esta sesión de la Asamblea General, medidas concretas.

Las medidas concretas que pueden adoptarse están resumidas en el documento del Grupo Facilitador Internacional de ONGs denominado “Un programa político para la reforma de la gobernanza mundial”. Permítame mencionar algunas de ellas:

Siguiendo las recomendaciones de Monterrey, es necesario que cambiemos los poderes de votación de las instituciones de Bretton Woods, asegurar mayor representación de los países en desarrollo en sus directorios y que den cuentas de manera regular ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Organización Mundial de Comercio (OMC) debe entrar en la familia de las Naciones Unidas. Hay un desfasaje en la gobernanza mundial que tiene que ver con la deuda: todas las decisiones sobre la sustentabilidad, los montos y las condiciones de mitigación de la deuda, son hechas por los acreedores. El mundo necesita un mecanismo dirigido por las Naciones Unidas para asegurar una distribución justa y equilibrada de la carga.

Las organizaciones de la sociedad civil, por lo tanto, exhortan a la Asamblea General a adoptar la recomendación hecha por el secretario general de la ONU en el párrafo 137 de su informe, de crear un grupo de expertos sobre la deuda.

Es necesario fortalecer el ECOSOC y el documento del IFG mencionado explica cómo hacerlo. Los grupos de trabajo de expertos, con participación de la sociedad civil, pueden asesorar en las decisiones de política. Es necesario crear un comité ejecutivo permanente del ECOSOC, tal como lo describe el párrafo 182 del informe del secretario general.

En resumen, el espíritu de Monterrey, que todos apreciamos, debe encontrar un cuerpo en el cual vivir.

La cumbre de Monterrey fue simbolizada con un albatros, que contrariamente a todas las previsiones, pudo volar. Ahora, debemos asegurar que para el año 2005 el albatros pueda encontrar un nido apropiado para incubar sus huevos.

Gracias, Sr. Presidente.




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