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No. 107 - Marzo 1998

Asia

Las políticas del FMI en cuestión

por Martin Khor

Ha habido una creciente ola de duras críticas al modo de las operaciones, las condiciones políticas e incluso los motivos del FMI para brindar los "paquetes de rescate" que coordinó para Tailandia, Corea del Sur e Indonesia. Las políticas del FMI no recuperaron la estabilidad sino, por el contrario, contribuyeron a erosionar aún más la confianza, como quedó demostrado por el brusco cambio desfavorable de las monedas, los mercados bursátiles y las economías de la región desde que comenzó a aplicarse la ayuda del FMI. Incluso los economistas y los medios de difusión oficialistas enfocaron su mira en el FMI, otrora venerado como el oráculo del conocimiento financiero y económico.

Las dudas y las críticas por el papel que está jugando el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus políticas en Asia aumentan a medida que las economías de la región continúan tambaleándose debido a las caídas de las monedas y los mercados bursátiles, pese al "salvataje" de Tailandia, Indonesia y Corea del Sur dirigido por el organismo multilateral.

El 14 de diciembre de 1997, los dirigentes políticos de Tailandia, Malasia y China que asistieron a la Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Kuala Lumpur, expresaron su preocupación ante el hecho de que la reciente ayuda del FMI no se traducía en una recuperación de la región.

Comentando las conversaciones bilaterales entre el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, con el presidente de China, Jian Zemin, y el primer ministro de Tailandia, Chuan Leekpai, el canciller de Malasia, Abdullah Badawi, expresó: "El FMI no trajo una recuperación inmediata (...) Es un hecho que la situación ha empeorado. Pensamos que cuando el FMI entrara, las cosas mejorarían. No obstante, la situación se está tornando cada vez más difícil".

Un torrente de críticas

El canciller malasio agregó que estaban surgiendo interrogantes, en cuanto a si el FMI estaba ayudando a salir de la situación o causando más problemas. "El FMI tuvo éxito en México pero no parece que funcione para nosotros. Tal vez sea que no podemos dar Panadol a todo el mundo (...) Algunos son alérgicos y la enfermedad empeora", afirmó. Abdullah también informó que el primer ministro tailandés declaró que la asistencia del FMI a su país no había tenido resultados de peso y temía que la ayuda hubiera llegado "demasiado tarde" para reanimar la economía.

En las últimas semanas hubo un torrente de ataques cada vez más duros sobre la forma de actuación del FMI en Asia, los efectos negativos de sus políticas, e incluso sus motivos, o a favor de qué intereses trabaja en realidad.

Es significativo que las críticas provengan no sólo de los políticos, sindicatos y grupos de consumidores de la región, sino también de los economistas y los medios de difusión del establishment.

Una de las razones de este cambio de opinión es el tremendo fracaso de los programas de rescate del FMI, que no lograron recuperar la confianza o estabilidad de las monedas y los mercados bursátiles de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia, los tres países receptores.

Se había esperado que una vez que estos países ingresaran a la órbita del FMI comenzaría un proceso de recuperación. Por el contrario, las políticas impuestas por el FMI (incluida una severa contracción económica y la prohibición de ayudar a instituciones y empresas financieras locales en problemas) parece haber generado más temores (en lugar de menos) de un inminente colapso económico.

En diciembre de 1997, la región sufrió nuevas tensiones y alteraciones financieras cuando las monedas de Corea del Sur, Tailandia e Indonesia cayeron varias veces durante el mes.

El won sudcoreano cayó continuamente frente a las noticias de cierres de bancos mercantiles, temores de posibles colapsos de sus empresas gigantes, y la especulación sobre un inminente incumplimiento de la deuda.

Parte de las condiciones del FMI es la prohibición de brindar ayuda oficial a instituciones locales en dificultades. Irónicamente, los temores que alientan la caída de las monedas se están convirtiendo en una predestinación, ya que es la brusca caída de los valores de las monedas el principal factor que hunde aún más a las compañías y países endeudados de la región.

Cuando el primer ministro de Malasia declaró la intención de su país de evitar salir a la búsqueda de préstamos del FMI, se convirtió en el primer líder político de la región en criticar explícitamente las políticas que el organismo adjunta a su programa de rescate para los países asiáticos.

En una entrevista concedida el 28 de noviembre en Tokio a destacados periodistas japoneses, Mahathir expresó que, si bien no podía descartar la posibilidad de que Malasia tuviera que pedir ayuda al FMI, resistiría "lo más posible".

Préstamos condicionados

Criticó tres condiciones vinculadas a los préstamos del FMI: que el país deba abrir su mercado financiero, lo que seguramente dará como resultado que los poderosos bancos extranjeros comprarán los bancos nacionales; que las tasas de interés tengan que ser aumentadas, lo que ahogará el crecimiento comercial; y que deban aumentarse los impuestos, abrumando aún más a la gente que ya ha sido afectada por la depreciación de la moneda. "Todas estas condiciones están destinadas a que los países paguen sus deudas a los bancos e instituciones extranjeras de manera de asegurarse que recibirán de nuevo su dinero, pero la gente sufrirá", comentó.

El 1 de diciembre, en una alocución en la reunión de los ministros de Hacienda de la ASEAN, realizada en Kuala Lumpur, Mahathir expresó que el FMI ofrece prestar dinero con el cual reembolsar los préstamos a los prestamistas extranjeros. "Pero los préstamos vienen con una serie de condiciones, y una de las más importantes es la apertura total del sector financiero a los inversionistas extranjeros. Seguramente los bancos extranjeros terminarán dominando las finanzas del país afectado".

Algunos observadores opinaron que el primer ministro había atacado demasiado abiertamente una institución que mucha gente considera como el oráculo de la verdad económica y el guardián de la prudencia financiera. Pero, por el contrario, parece que dio inicio a una tendencia.

Cada vez se responsabiliza más al FMI, y no sólo los que han sido afectados en los países asiáticos, sino también los medios de difusión internacionales que habitualmente apoyan el tipo de ortodoxia de libre mercado pregonada por el FMI.

Corea del Sur fue escenario de movilizaciones, protestas callejeras y campañas de firmas organizadas casi a diario por organizaciones sindicales, de consumidores y públicas en contra de las políticas del FMI, que se percibe que imponen un nuevo "fideicomiso" imperial al país.

Las críticas a la política del FMI para Asia han aparecido con frecuencia en diarios e informativos de televisión de Corea del Sur, Tailandia y Malasia, así como en periódicos como Financial Times, The Wall Street Journal y The International Herald Tribune. Incluso una portada de la revista Time de principios de diciembre contenía un título que refleja las dudas crecientes: "El gran rescate asiático: ¿el FMI salvará las economías de la región - o empeorará las cosas?

Las principales críticas

Son las siguientes:

* Algunas de las condiciones del FMI están obligando a los países a abandonar sus actuales políticas de protección a las empresas y los intereses nacionales, y en su lugar abrir rápida o totalmente sus economías (especialmente en el sector financiero) a la propiedad extranjera.

* El FMI ha estado influenciado o manipulado por Estados Unidos y otros países ricos para imponer estas condiciones de manera que sus compañías puedan ganar acceso a los mercados en los países en cuestión, ahora que están en una situación vulnerable. Lo que estos países ricos no pudieron hacer a través de presiones bilaterales o multilaterales (particularmente la OMC), lo están logrando ahora con los préstamos del FMI como elemento de presión.

* El FMI practica el doble discurso en favor de bancos internacionales y en contra de instituciones financieras, empresas, depositantes y accionistas nacionales. Por un lado insiste en que los gobiernos se apeguen a estrictas reglas de mercado y no gasten dinero en auxiliar instituciones financieras o compañías nacionales, pero por otro exige que sean los gobiernos los que paguen los préstamos obtenidos de bancos internacionales, incluidas las enormes deudas del sector privado. En otras palabras, los bancos extranjeros obtienen gigantescos subsidios de modo que no tengan que pagar por sus propios errores, mientras los bancos y empresas nacionales son obligados a dar quiebra.

* Otras condiciones clave del FMI, como el aumento de las tasas de interés, la restricción del crédito, el recorte del gasto público y la contracción inducida de la economía en general están fuera de lugar en Asia, ya que fueron diseñadas para países (en especial de América Latina) que enfrentaban problemas diferentes, como altos déficit presupuestales y enormes deudas externas originadas en el sector público. Aplicadas a Asia, esas políticas del FMI son contraproducentes, ya que los problemas están centrados en el sector privado. Aunque la economía real de los países asiáticos afectados tuvo una conducción sensata, se produjo un pánico financiero, en parte catalizado por especuladores, que causó un colapso de las monedas y las bolsas de valores. Esto, a su vez, arruinó a numerosas empresas que habían acumulado grandes deudas externas y a bancos privados que ya enfrentaban una alta proporción de préstamos morosos debido a la extensión del crédito a sectores no productivos.

Lo que se necesita en los países asiáticos es recuperar la confianza de los inversionistas y depositantes, incluso los nacionales, y un programa de recuperación de las instituciones privadas, cosas para las cuales es necesario lograr una mayor estabilidad de los tipos cambiarios. Sin embargo, las políticas del FMI de ajuste fiscal, sus políticas monetarias, la condición de imponer tasas de interés elevadas y prohibir el auxilio a instituciones nacionales provocan una contracción económica y debilitan aún más o incluso aniquilarán instituciones nacionales claves del sector privado. Así, en lugar de impulsar la confianza pública y del inversionista, las políticas erosionan la confianza y mantienen bajo el valor de las monedas y las acciones, o lo hacen caer aún más.

* Las políticas del FMI son determinadas por funcionarios que no entienden cabalmente la situación de los países sobre los que deciden. Sin embargo, tales funcionarios están en condiciones de diseñar y aun alterar radicalmente en pocos días políticas de comunidades enteras que hasta ahora funcionaban bien y fueron modelo de éxito económico.

* El FMI predica sobre la necesidad de que gobiernos, bancos y empresas sean abiertos y transparentes, pero sus propias actividades se realizan en secreto. La base teórica de sus condiciones políticas nunca se revelan, y las propias condiciones no se hacen públicas en algunos casos, por lo tanto no están sujetas a revisión por profesionales independientes. Además, los gobiernos que reciben sus préstamos tienen escaso margen para negociar, y mucho menos para participar en la elaboración de las condiciones políticas de los créditos.

Las críticas son cada vez más numerosas y más fuertes debido a la disminución de la confianza en la actuación del FMI. Al comienzo de la crisis asiática, aún estaba extendida la creencia de que sus políticas eran duras pero necesarias para corregir malas prácticas y políticas previas, y que debían adoptarse como se toma una medicina amarga que a la larga cura al paciente. Sin embargo, economistas independientes y analistas de mercado ya no consideran las prescripciones del FMI como algo sagrado y advierten a gobiernos y ciudadanos que no deben aceptarlas ciegamente.

Aún más poderosa que las críticas es la falta de progreso de las economías que fueron obligadas a someterse al tratamiento. Aunque inicialmente los mercados acogieron bien la ayuda del FMI, en los últimos meses Corea del Sur, Tailandia e Indonesia padecieron una agonía mayor con una nueva caída de sus monedas y sus bolsas de valores. El mercado ya no confía en que las condiciones políticas vinculadas al rescate conduzcan a la recuperación.

Martin Khor es director de la Red del Tercer Mundo.




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