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No. 58 - Segunda quincena de Febrero 1995

¿Salvar a México para salvar la receta FMI/BM?

por Chakravarthi Raghavan

El paquete crediticio internacional de salvataje a México, que asciende a unos 50.000 millones de dólares incluidos los 17.500 millones del FMI, puede traer mayores penurias tanto al pueblo mexicano como a otros países. Todo por salvar la ideología del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial impuestas al mundo en desarrollo.

Este es el sentir de muchos economistas no oficialistas y representantes de organizaciones no gubernamentales dedicados al área del desarrollo.

Una gran coalición de estas ONGs, en el marco de la etapa preparatoria de la Cumbre Social, exigieron a los jefes de gobierno que ordenaran una reevaluación de las políticas y programas de ajuste estructural del FMI y el BM. Pero esto cuenta con la resistencia de Estados Unidos, la Unión Europea y otros países industrializados.

El director gerente del FMI, en ocasión de una conferencia de prensa en Washington, justificó el paquete de rescate y la acción del FMI para dar solución a lo que él denomina "la primera gran crisis de nuestro nuevo mundo de mercados financieros universalizados". Y no ocultó las motivaciones del salvataje: "La idea injustificada de que (esta crisis) es producto del fracaso del enfoque mexicano podría tener amplias repercusiones, ya que podría deducirse que implica el fracaso de un enfoque del desarrollo basado en el mercado libre".

La opinión y medidas del FMI -y la reiteración del Banco Mundial de un "enfoque del desarrollo orientado al mercado" enunciado en sus últimos Cuadros de la Deuda- señalan que para ellos defender y mantener su ideología es prioritario, y el ajuste de los países en desarrollo para mantener su "pureza" tiene primacía sobre la erradicación de la pobreza.

Si bien las filosofías del FMI y el BM demuestran dogmatismo ideológico, algunos economistas no oficialistas y muchas ONGs del Sur consideran que la línea política de ambos organismos no es tanto un dogma sino más bien el respaldo de los intereses de sus principales accionistas (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) con la cual ejercen su presión sobre el Sur a fin de crear o conservar mercados para las exportaciones de Estados Unidos.

Incluso las maniobras de EEUU y la Unión Europea en favor de las normas de inversión de la Organización Mundial de Comercio, de hecho favorecerían las políticas promovidas por el BM y el FMI y legitimarían sanciones comerciales destinadas a poner en vigor los regímenes de inversión trasnacional del mundo en desarrollo.

Es por esto que, en el contexto de la Cumbre Social, la coalición de ONGs del Sur y del Norte reclama que las instituciones financieras internacionales y de la OMC sean responsables ante Naciones Unidas y el sistema político en general.

La contribución de 17.500 millones de dólares del FMI está integrada por un préstamo de contingencia de 7.800 millones y un "paquete" de 10.000 millones, que según se dice fueron contribuciones de países no miembros del Grupo de los 10. Se menciona a Argentina, Brasil y a uno o dos países latinoamericanos más, pero su contribución de 1.000 millones de dólares al paquete tan sólo sería la cobertura bajo la cual el FMI aportará de sus propios fondos, en flagrante violación de su convenio constitutivo.

Pero la oposición del Congreso de Estados Unidos y de otros grupos del país al "paquete" -por considerar que se trataba de un salvataje de los administradores de fondos y de Wall Street- puede hacer que el Sur pierda de vista el verdadero sentido de la ayuda. En verdad es otro paso más en el resbaladizo camino que transita rumbo a la vieja economía de tipo colonial, donde las decisiones monetarias y económicas estarán digitadas por extranjeros actuando en beneficio propio.

La deuda de México

A diferencia de la crisis de la deuda de 1982, los problemas de México se originan ahora en la deuda a corto plazo, más que en la de largo plazo (que aumentó con respecto a 1982 y el 60% de su valor nominal es en dólares estadounidenses).

México ha estado vendiendo a los extranjeros deuda oficial y activos netos privados con valor nominal en pesos. Los Cetes (Certificados de la Tesorería) y Ajustabonos (vinculados a un índice de precios) también tienen un valor nominal en pesos. Los Tesobonos (Bonos de la Tesorería) (una deuda de corto plazo pendiente pero normalmente refinanciada de 29.000 millones de dólares de los cuales se dice que entre 17.000 y 23.000 millones están en manos de extranjeros) se cotizan en dólares.

La premisa es que con la seguridad de la llegada del paquete y la confianza que generará, las deudas serán refinanciadas y no habrá nuevos intentos de "retirar las utilidades".

Se acusa a México de haber aplicado políticas económicas erróneas que supuestamente desencadenaron esta crisis.

Pero en realidad México ha sido un fiel seguidor y ejecutor de las políticas de ajuste del FMI e incluso de su política económica en general.

Las consultas del Artículo IV del FMI, de 1994 (que figuran en su informe anual), no indican dudas o inquietud por parte de los funcionarios del FMI al respecto. La preocupación manifestada ahora es tan sólo una salida para justificar las fallas de la política del FMI.

Un paquete difícil

Quedan dudas de si el paquete ayudará o no a México debido a los objetivos y condicionamientos conflictivos que lo acompañan: lo que podría beneficiar a México iría en contra de los intereses de Estados Unidos.

Algunos de los condicionamientos impuestos a México ya se conocen: los ingresos por concepto de las ventas petroleras mexicanas deberán ser depositados en la Reserva Federal de Estados Unidos (igual que cuando en el siglo XIX Gran Bretaña y Estados Unidos trataron de cobrarse las deudas bloqueando los puertos latinoamericanos e imponiendo aranceles).

Los intereses de Estados Unidos (y la ideología del FMI) exigen una devaluación del peso mexicano (el objetivo es llegar a una cotización de 4 a 4,5 pesos por dólar), lo que provocará aun mayores daños de no hacerla rápidamente y de no transmitir a los mercados la idea de que puede ser sostenida.

Los otros condicionamientos implican un control extranjero virtual de la oferta de la moneda nacional mexicana -se habla de una "junta extranjera de la moneda" para asegurar el control estricto de su oferta-, que luego puede ser reproducido en otros países. Esto representa la versión moderna de la política monetaria colonial llevada adelante por Gran Bretaña en Africa durante el siglo XIX y principios del XX.

Bola de nieve

Todas estas medidas desencadenarían inevitablemente una gran recesión y perjudicarían las importaciones de Estados Unidos y tal vez también las exportaciones, ya que gran parte de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos se basan en importaciones que se tornarían muy costosas, causando mayor desempleo y pérdida salarial.

Este proceso podría aumentar el éxodo de mexicanos desempleados que cruzan la frontera en busca de trabajo, llevando mayores problemas a Estados Unidos donde existe hoy una nueva xenofobia y se intenta culpar a los demás de los problemas de sus trabajadores o del deterioro de los servicios sociales.

Esto explica que Newt Gringrich y los nuevos republicanos y viejos demócratas reclamen una política de inmigración de cooperación entre Estados Unidos y México. Este aprobará así su propia versión del muro de Berlín: velando de su lado por la aplicación de las normas de inmigración de Estados Unidos (sin interferencia de controles o procesamientos judiciales estadounidenses) e impidiendo a sus ciudadanos emigrar "ilegalmente" (según las leyes de Estados Unidos).

Si este esquema de cooperación tiene éxito, Europa, a su vez, podrá pedirle a los demás países del Sur que ejerzan estrictos controles de emigración.

Además México también debe mantener la "apertura" financiera para infundir la suficiente confianza entre los inversores extranjeros que asegure el flujo de capitales de corto plazo, brindar "tasas de interés" que ofrezcan ventajas de arbitraje mayores que las de Estados Unidos y Europa, y reducir su déficit contable actual a un nivel que estos inversores consideren "sustentable".

Todos estos objetivos contradictorios exigen políticas estatales por parte de México que van en contra de su pueblo y a favor de los extranjeros.

Sólo los académicos ubicados en puestos administrativos de organismos del Norte y los tecnócratas de las instituciones financieras internacionales (y la Organización Mundial de Comercio con sede en Ginebra), o los columnistas de las revistas financieras -que "predican" las virtudes de la democracia sin tener que ser electos- pueden hablar con ligereza de la necesidad de que los políticos del Sur "aprendan lo que es bueno", de disciplinar a los trabajadores y otras cosas por el estilo.

¿Por qué el salvataje?

El paquete de ayuda a México conlleva diferentes motivaciones. Como expresa Jan Kregel, profesor de Economía de la Escuela Nitze de la Universidad John Hopkins (en el Centro Bologna, en Estados Unidos): "Estados Unidos reunió un paquete de 20.000 millones de dólares, y cuando el presidente Clinton recurrió al Poder Ejecutivo (ante la negativa del Congreso a aceptar su propuesta) lo que hizo fue cuidar sus propios intereses".

Contrariamente a lo informado por varios medios de comunicación masivos, dice, el paquete en realidad no rescata a los banqueros de Wall Street o los inversores estadounidenses.

Los inversores extranjeros en acciones mexicanas ya "perdieron" con la devaluación del peso y sus balances ya registran las pérdidas de 1994. Los accionistas de fondos de inversión que no rescataron sus acciones, probablemente ya las cubrieron o están tomando medidas para salir. Los fondos del paquete crediticio no pueden usarse para revertir estas pérdidas, a diferencia de la crisis de la deuda de 1982, cuando los diversos paquetes ayudaron a rescatar a los bancos.

Los únicos que se beneficiarían son los que hasta ahora mantuvieron sus posiciones en el mercado mexicano, a quienes se les ofrece una "salida de la 'pre-crisis' u otros tipos de cambio artificial". Pero es poco probable que el paquete pueda ser utilizado para apoyar el tipo de cambio.

"Si el paquete logra impedir la extensión de la crisis a otros mercados latinoamericanos emergentes, también podría proteger estas inversiones de las posibles pérdidas que tuvieran allí", admitió Kregel.

Otros sugieren que sería bastante lógico que cualquier inversor y administrador de fondos prudente los sacara una vez pasada la crisis inmediata, regresándolos al Norte donde las tasas de interés están subiendo. Y en realidad, no se los podría acusar de ningún tipo de sabotaje.

Aun si los acuerdos monetarios como el de Argentina -donde el Banco Central emite pesos solamente sobre la base de un respaldo total de sus reservas de dólar y divisas- le asegura al peso argentino paridad con el dólar y convertibilidad total, impidiendo así retiros frenéticos motivados por el pánico, como sucedió en México, la viabilidad a largo plazo de los actuales déficit contables, equilibrados por las corrientes de capital, exige permanentemente entradas de capital.

"Si los fondos existentes se mantienen en algunos de los mercados emergentes, pero no ingresan nuevos fondos" el efecto será el mismo, señalan otros economistas.

El interés de Estados Unidos, agrega Kregel, es protegerse de la posible pérdida del mercado exportador mexicano, por el impacto que tendría sobre el crecimiento y el empleo de Estados Unidos, y sobre el funcionamiento del ALCAN (Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte).

Pero esto exige una estabilización del tipo de cambio lo más cercana posible al viejo tipo de 4 a 4,5 pesos por dólar, revirtiendo casi toda la apreciación real del peso con relación al dólar estadounidense de los últimos cinco años.

Probablemente el FMI pueda intentar lograrlo haciendo que México vincule su tipo de cambio a las diferencias de inflación entre Estados Unidos y México, provocando una especie de igualdad del poder adquisitivo.

Pero falta saber si esto funcionará. Es como un dique que hace agua: cuando se tapa un agujero el agua revienta en otro lado, explican otros economistas.

Sostener los mercados latinoamericanos

La segunda preocupación de Estados Unidos, dice Kregel, es impedir que la fuga de los administradores de fondos de inversión provoque distorsiones en el resto de América Latina, y no tanto cubrir las pérdidas ya contraídas por los inversores estadounidenses, sino impedir futuras y preservar los mercados importadores de productos de Estados Unidos en América Latina.

Este último punto, según Kregel y otros economistas de la misma corriente, es de principal interés para el BM y el FMI en su afán de impulsar "políticas orientadas al mercado" en los países en desarrollo: abrir estos mercados a las exportaciones de Estados Unidos.

Paradoja de los fondos a corto plazo

Estas políticas de liberalización comercial dan como resultado los déficit contables actuales y son necesarias corrientes de capital permanentes de los países desarrollados exportadores para los países en desarrollo importadores.

Otros economistas señalan la paradoja de ese escenario: los que ofrecen estos fondos a través de inversiones a corto plazo (ya sea no residentes o administradores de fondos de inversión y de cajas de pensión) lo hacen para sacar partido de las diferencias de las tasas de interés, pero necesitan confiar en la seguridad (en términos de posibilidad de sacar los fondos rápidamente y sin pérdidas por las devaluaciones cambiarias).

Por lo tanto, brindarán fondos en la medida que los países no los utilicen para financiar el déficit contable actual (pero acumulen reservas que, no obstante, más allá de cierto punto puedan tornarse inflacionarias debido a la moneda nacional de la contraparte, que debe ser liberada a menos que sea utilizada para financiar importaciones o para bienes de inversión).

En los hechos, los administradores de fondos están diciendo: "Colocaremos fondos, en la medida en que no los necesiten y no los utilicen".

La cuestión es entonces: ¿por qué los receptores deben mantener regímenes, elevados diferenciales de las tasas de interés, y otras medidas por el estilo, para atraer ese tipo de fondos? ¿No deberían tomar medidas para alentar la inversión de fondos en servicios productivos, y por otro lado "poner arena en las ruedas" de los administradores de fondos a corto plazo?

La naturaleza actual de los flujos de fondos extranjeros y la mezcla de los fondos de inversión -incluso el ingreso de fondos de proyectos que se utilizan para construcción y maquinaria, como evidencian los documentos de discusión del Banco Mundial- pueden se tan volátiles como las inversiones a corto plazo.

Es posible salvaguardar las inversiones utilizándolas como préstamos en los mercados locales o haciéndolas pasibles de precios de transferencia para sacar capital.

Para que el paquete de ayuda a México funcione debe haber una reanudación de los flujos voluntarios del exterior del orden de los 30.000 millones en las corrientes financieras de corto plazo para cubrir el vencimiento de la deuda a corto plazo.

Si los inversionistas extranjeros de todas maneras eligen retirarse, entonces los mercados de divisas mexicanos deberán cerrar, a pesar del paquete, así como Italia cerró los mercados en 1976 durante más de un mes, señala Kregel.

Pero como los capitales sólo son necesarios para financiar importaciones, México podría dejar de importar bienes y servicios o, si la deuda ha sido suscrita por residentes nacionales, pueden reducir la compra de importaciones.

Pero esto afectará el objetivo de Estados Unidos de preservar a México como mercado exportador (o los objetivos europeos o japoneses de tener a México como ruta importante para el procesamiento y exportación de bienes y servicios).

Sostenimiento de la ideología de Bretton Woods

Aunque el paquete funcione, dice Kregel, la contabilidad actual no puede ser financiada a los tipos de interés que podrían permitir un índice de crecimiento satisfactorio. México tiene entonces que escoger entre sacrificar el crecimiento y el empleo o sacrificar su decisión de abrir la economía a la libre importación de bienes y corrientes de capital.

Es para impedir una opción de ese tipo que la UNCTAD ha estado abogando desde hace algún tiempo para que los países en desarrollo mantengan o introduzcan controles de capital.

En lugar de aprender, por lo menos, de la crisis mexicana y de brindar consejo tal como está mandatado en el Artículo VI de su Convenio Constitutivo, el FMI extiende fondos de sus propios recursos para permitir que se mantenga abierta la cuenta de capital.

Esto parece un intento por defender sus propias opiniones sobre las políticas de estabilización, lo que implica la apertura total de los mercados internacionales.

La participación del FMI en el paquete mexicano, dicen economistas como Kregel, debería plantear interrogantes esenciales entre los círculos académicos y dentro del sistema económico internacional. La cuestión no es si sirve a Estados Unidos o a otros acreedores extranjeros o a los mercados internacionales de capital, sino si las políticas del FMI y el BM son el camino correcto para el ajuste estructural.

El caso mexicano, agrega, indica que las actuales políticas de ajuste estructural promovidas o impulsadas por las instituciones de Bretton Woods no son sustentables frente a los libres flujos de capital de los actuales mercados mundiales de capital.

Fuente: SUNS




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