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   No. 179 - Abril 2004
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No. 179 - Abril 2004

Estados Unidos

Tercerización laboral en el extranjero, víctima de las elecciones

por Martin Khor

En Estados Unidos, el desempleo se ha transformado en uno de los temas principales y ha convertido en un blanco injusto a países en desarrollo, acusados de quitar trabajo a los estadounidenses porque muchas empresas derivan cada vez más funciones a esos países. El aumento del proteccionismo a expensas de los países pobres podría ser un efecto desafortunado de la campaña electoral estadounidense.

En la campaña presidencial estadounidense, la cuestión del empleo se ha convertido en un tema candente. Esto se debe a la pérdida de más de dos millones de empleos desde que George W. Bush asumió la Presidencia, hace más de tres años. Lamentablemente, los países en desarrollo se han transformado en un blanco conveniente de los candidatos presidenciales cuando se refieren a las causas del desempleo.
Durante años, los países en desarrollo fueron acusados de quitar a Estados Unidos empleos fabriles, mientras empresas de ese país invertían en el exterior. Ahora, la acusación se trasladó al sector de cuello blanco, a raíz de la contratación en el extranjero de servicios de diseño de programas informáticos, centros de llamadas (respuesta a consultas telefónicas a empresas y aerolíneas) y contabilidad.
Con la revolución de Internet, ahora es posible y más barato para las empresas de los países ricos contratar trabajadores de países pobres para realizar muchas tareas de oficina. Por ejemplo, las firmas estadounidenses de consultoría fiscal derivan parte de su trabajo a empresas indias, cuyos contadores reciben los datos impositivos de los clientes de aquéllas por Internet, llenan los correspondientes formularios fiscales y los devuelven. Las firmas contables de Estados Unidos se ahorran así mucho dinero, porque pagan a los contadores de India mucho menos de lo que tendrían que pagar a contadores estadounidenses.
Algunas compañías aéreas europeas también derivan las llamadas que reciben en Europa (para realizar consultas o incluso reservar pasajes) a países del Tercer Mundo, donde personal debidamente capacitado e informado responde las consultas y realiza las reservas.
Esta tercerización laboral puede aumentar el empleo y el ingreso de países en desarrollo. Unos 400.000 empleos estadounidenses en el sector de los servicios se trasladaron al exterior desde 2000. Y para 2008, se prevé que el trabajo de oficina y de tecnología de la información se multiplicaría por cinco en India, lo que representaría cuatro millones de empleos.
Pero hay una fuerte reacción en Estados Unidos. Durante la campaña para las elecciones internas del opositor Partido Demócrata, la tercerización laboral en el extranjero fue un gran tema. El precandidato que al final resultó ganador, John Kerry, llegó a llamar “Benedict Arnold” a las empresas que derivan su trabajo al exterior, en referencia al traidor más despreciado de la guerra de independencia. Kerry dijo que, si llega a la Presidencia, exigirá a la administración que recoja datos sobre el trabajo enviado al exterior y los entregue anualmente al Congreso.
En varios países se han aprobado leyes que desalientan la tercerización en el extranjero. El propio Senado de Estados Unidos considera la prohibición de esa práctica en proyectos de financiación estatal. Sólo podemos esperar que ese proteccionismo aumente, y que se propongan más medidas para limitar la subcontratación en países en desarrollo, que se verían privados así de una fuente potencialmente importante de crecimiento y empleo. Esto también sería injusto.
Como señaló , afirmó Nayan Chanda, del Centro de Yale para el Estudio de la Globalización, las duras políticas de inmigración de los países ricos han mantenido a millones de trabajadores desempleados de países en desarrollo fuera del mercado laboral del Norte industrial, pero el desafío de una fuerza de trabajo global y virtual requerirá nuevas estrategias. “La construcción de muros proteccionistas puede ser una buena estrategia electoral, pero los problemas de la era post industrial no pueden enfrentarse con soluciones diseñadas para otra era”, advirtió.
Chanda sugirió que Estados Unidos precisa un enfoque totalmente nuevo para que sus trabajadores sean más competitivos, y debería basarse en la tecnología para crear nuevos trabajos e industrias para los estadounidenses en el futuro. También dijo que el crecimiento y el aumento de los salarios en los países en desarrollo aumentaría su demanda de productos estadounidenses y crearía así más empleos en el sector exportador de Estados Unidos.
Michael Heise, economista jefe del Dresdner Bank y otro crítico del miedo a la tercerización, recordó que en los años 80, Alemania también enfrentó una intensa competencia en la industria manufacturera, incluso en sectores en que había sido líder mundial. Algunos sectores, como la electrónica de consumo, casi desaparecieron. Pero en lugar de volcarse al proteccionismo, la industria alemana se volvió más competitiva, concentrándose sólo en las empresas y productos capaces de competir internacionalmente. El proceso de ajuste fue doloroso, pero funcionó. “Ahora, Estados Unidos está a prueba. No sólo debe ajustar sus acciones a su discurso (del libre comercio), sino tomar medidas políticamente difíciles que a la larga beneficiarán su economía y lo ayudarán a mantener el liderazgo económico mundial”, dijo Heise.
Según Rubens Ricupero, secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la tercerización ha abierto nuevos caminos para los países en desarrollo. La contratación en el extranjero, sostuvo, forma parte legítima de la liberalización del comercio mundial y permite a los países en desarrollo aprovechar su ventaja competitiva: mano de obra abundante y barata, y menor costo ambiental. Ricupero citó también a la secretaria de Comercio de Gran Bretaña, Patricia Hewitt, quien advirtió: “No podemos pregonar la liberalización en el exterior y practicar el proteccionismo en casa. Por más altos que parezcan los costos de corto plazo, los de largo plazo serán mayores, para los consumidores y los trabajadores”.
Pese a la polémica desatada por la tercerización laboral en el extranjero, los países más beneficiados por esta práctica, como India, tienen una pequeña participación en el negocio. Por lo tanto, el temor a que los países pobres absorban los empleos de los países ricos parece injustificado.
El enfoque sugerido por Chanda, Heise y Recupero parece más inteligente que las medidas proteccionistas. Pero no tiene posibilidades de ser considerado en un año electoral, en que Kerry intentará ganar votos con promesas populistas de protección de los empleos. Y el presidente Bush seguramente jugará el mismo juego. Cuando su principal asesor económico declaró que la población no debería preocuparse por la derivación de trabajo al extranjero, dado que al final esta práctica beneficiaría a la economía nacional, esto no cayó bien en la opinión pública, y el asesor debió retractarse.
Como era de esperar, India ya reaccionó a las contramedidas de Washington. Cuando el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, visitó Nueva Delhi a mediados de febrero, el ministro de Comercio de India, Arun Jaitley, le planteó su preocupación por la ola de proteccionismo contra la tercerización laboral. También le dijo que India no abrirá más su mercado mediante la Organización Mundial de Comercio si Estados Unidos continúa practicando el proteccionismo laboral.




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