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Nº 190 - Marzo 2005

Cuatro candidatos a director general de la OMC

por Kanaga Raja

Cuatro candidatos se presentaron para suceder al actual director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Supachai Panitchpakdi: Carlos Pérez del Castillo (Uruguay), Jaya Krishna Cuttaree (Mauricio), Luiz Felipe de Seixas Correa (Brasil) y Pascal Lamy (Francia). El proceso de selección concluirá a más tardar el 31 de mayo con una decisión del Consejo General de la OMC. Será una competencia interesante, como quedó de manifiesto en una reunión especial que tuvo lugar el 26 de enero en la OMC para que los candidatos se presentaran y respondieran preguntas formuladas por los miembros, así como en otra mantenida el mismo día con organizaciones no gubernamentales.

Los cuatro candidatos declarados a la dirección general de la Organización Mundial de Comercio (OMC) se presentaron el 26 de enero ante el Consejo General del organismo. Así se inició el proceso formal de selección de un candidato y cada aspirante presentó su visión acerca del papel del director general y las prioridades de la organización.
Los cuatro postulantes son: Carlos Pérez del Castillo, ex embajador de Uruguay ante la OMC, Jaya Krishna Cuttaree, ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Cooperación Regional de Mauricio, Luiz Felipe de Seixas Correa, embajador de Brasil ante la OMC, y Pascal Lamy, ex comisario de Comercio de la Unión Europea.
Cada aspirante realizó una presentación de 15 minutos ante el Consejo General de la OMC, seguida de preguntas de los miembros y las correspondientes respuestas. Posteriormente, cada candidato respondió preguntas de la prensa durante 30 minutos.

Enfrentando los desafíos

Pérez del Castillo fue el primero en hablar. Dijo que el sistema multilateral de comercio enfrenta el desafío de una creciente fragmentación y desarticulación, con una proliferación de acuerdos comerciales preferenciales y la erosión del tratamiento no discriminatorio de la nación más favorecida. Otro desafío, señaló, es transformar en realidad la dimensión del desarrollo en todos los acuerdos, disciplinas y normas negociados en la OMC, y dar un significado concreto a la dimensión del desarrollo, más allá del trato especial y diferenciado.
La primera tarea, agregó, es finalizar la actual ronda de negociaciones a más tardar en 2006, con un paquete de resultados equilibrado, que refleje los intereses de todos los miembros y respete fielmente el mandato de Doha. El tiempo para alcanzar ese objetivo es corto, y el próximo director general precisará no sólo estatura política, sino también un conocimiento sustancial de los temas y experiencia en las negociaciones de la OMC, dijo.
En una sesión posterior con la prensa, Pérez del Castillo afirmó que cuenta con el “apoyo abrumador” de los países de América Latina. Se manifestó en contra de una decisión dividida o de un estancamiento, con dos candidatos y ninguna decisión.
En cuanto a la diferenciación/graduación, el candidato uruguayo dijo que los países industrializados presentaron muchas veces este asunto en la OMC, pero que no consideraba que debiera discutirse en esta etapa, dado que no forma parte del mandato de Doha.
Pérez del Castillo argumentó que la OMC debería votar por él porque tiene un historial de construcción de consensos y acercamiento de las partes, es capaz de presentar “propuestas creativas” y cuenta con la confianza de los miembros.

Concluyendo las negociaciones

En la segunda presentación, Cuttaree dijo que su prioridad general será la culminación exitosa de la actual “Ronda de Desarrollo” de negociaciones, y atender de inmediato ciertos elementos del “paquete de julio”, como el trato especial y diferenciado, y los problemas de implementación, así como la seguridad alimentaria, el desarrollo rural, el sustento, las preferencias, los productos básicos, las importaciones netas de alimentos y la liberalización unilateral previa. Uno de sus principales objetivos sería lograr que el desarrollo realmente cristalice y satisfaga las expectativas y aspiraciones de Doha, anunció. Esto permanece en el centro de las preocupaciones de la ronda, pero también debería arraigarse en el sistema en su conjunto. El proceso de toma de decisiones de la OMC debe ser más transparente e incluyente, y la asistencia técnica y creación de capacidad deben seguir siendo un elemento esencial de las actividades de la OMC, dijo.
Cuttaree también se refirió a la importancia de los servicios como parte integrante de las negociaciones y a la necesidad de resolver los problemas de relación entre el acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPS) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, además de la transferencia de tecnología. También es necesario mejorar el funcionamiento del Órgano de Solución de Diferencias de la OMC, señaló.
En una sesión posterior con la prensa, Cuttaree dijo que, aunque los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP) son un grupo importante, el director general de la OMC no logrará la eficiencia a menos que tenga una amplia base de apoyo, y por tanto es importante que reúna el respaldo de los países comercialmente mayores. Dijo que realizó consultas con países de la Unión Europea, y concluyó que tiene el apoyo necesario para ser un candidato creíble.
El ministro de Mauricio no cree que nadie quiera compartir la administración de la OMC entre países industrializados y en desarrollo. Sin embargo, existe una cuestión de credibilidad entre los países en desarrollo, observó, y recordó lo ocurrido en la Conferencia Ministerial realizada en Cancún en 2003. Dado que el Banco Mundial está en manos de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en manos de la Unión Europea, Cuttareee cree justo que el mundo en desarrollo tenga una oportunidad en la OMC. Por lo tanto, no considera una buena idea dividir el mandato del director general.
En cuanto al fin del régimen de cuotas de los textiles y cómo abordaría la situación post cuota como director general, Cuttaree dijo que no cree que se deba cuestionar el acuerdo por encontrar, después de 10 años, que los resultados no fueron los previstos. Sin embargo, reconoció, muchos países en desarrollo se enfrentan ahora a un problema, y los productores de textiles del Sur no están en condiciones de competir con productores mayores y más competitivos, como China e India. “Es por eso que queríamos poner este tema sobre la mesa de la OMC, y la solución llegará a través de más fondos para que las industrias de muchos países tengan más tecnología y competitividad”, dijo. Cuttaree tampoco ve ninguna contradicción entre el libre comercio y las iniciativas del grupo de ACP para mantener sus preferencias mediante acuerdos de asociación con la Unión Europea, compatibles con la OMC.
En cuanto a los procesos de toma de decisión de la OMC y la forma de conducción de sus reuniones, recordó la experiencia de Cancún, donde la mayoría de los participantes caminaban por los corredores mientras un puñado de miembros tomaban las decisiones a puertas cerradas. También consideró incorrecta la celebración de reuniones “mini-ministeriales” para realizar “aportes” al proceso.
Cuttaree representó en Cancún al Grupo de los 90 (G-90) países en desarrollo. Cuando se presentaron los temas de Singapur en la llamada “sala verde”, el grupo le recordó que sus prioridades eran el algodón, la agricultura y el acceso a los mercados para los productos no agrícolas, no los temas de Singapur. Los participantes no representaban sus propios intereses, sino que tenían el mandato de un grupo, en un sistema transparente. Así se deberían conducir las reuniones ministeriales, señaló.

Papel clave

En la tercera presentación, Seixas Correa destacó que la OMC es una organización conducida por sus miembros y basada en el consenso, y que el director general tiene un papel clave a cumplir como director de la Secretaría y custodio del mandato sobre el cual se fundó la institución, hace 10 años. Sin duda, el director general debe ser un líder en el proceso de negociaciones, dijo.
“Debemos incorporar la dimensión del desarrollo a la organización para beneficio de todos los países en desarrollo, haciendo que las negociaciones produzcan disposiciones específicas para los países menos adelantados y las economías pequeñas y vulnerables, de modo de salvaguardar y mejorar sus estructuras nacionales de desarrollo”, instó el embajador de Brasil. “Debemos buscar medidas que promuevan la diversificación de su base productiva y exportadora, así como un acceso a los mercados libres de aranceles y cuotas para sus productos. En cuanto al trato especial y diferenciado, debemos lograr procedimientos operativos precisos, capaces de agregar valor a políticas específicas orientadas al desarrollo”, agregó.
El próximo director general de la OMC debe estar plenamente preparado para ayudar a los países miembros a enfrentar estos desafíos. En su calidad de presidente del Comité de Negociaciones Comerciales, el director general, trabajando conjuntamente con el presidente del Consejo General, debe lograr que las negociaciones y el trabajo técnico tengan un ritmo que permita la plena participación de todas las delegaciones, ya sean grandes, medianas o pequeñas. Nadie debe quedar atrás, dijo Seixas Correa.
El surgimiento del Grupo de los 20 (G-20), junto con otros grupos como el G-33, el G-90 y el G-10, demostró que ya pasó el tiempo en que los acuerdos se negociaban entre las principales potencias y luego se imponían al resto de los miembros para que les realizaran ajustes menores, afirmó.
Seixas Correa cree firmemente que el próximo director general debe proceder de un país en desarrollo. “Resulta difícil aceptar que, teniendo el control de las instituciones de Bretton Woods, los países industrializados también deban estar al timón de la OMC”, dijo el candidato brasileño.
Posteriormente, en la reunión con la prensa, Seixas Correa se explayó sobre este punto, y resaltó que los países en desarrollo tienen grandes intereses en juego en la ronda de negociaciones de Doha y en la OMC en general. Sin embargo, aclaró que de ninguna manera debe haber una actitud de enfrentamiento Norte-Sur. La elección de un director general del Sur, en cambio, responde a un equilibrio establecido por los propios miembros, así como la distribución de los presidentes de los diversos comités u órganos de negociación se realiza según principios geográficos y una división entre países industrializados y en desarrollo. El candidato brasileño no ve razón por la que la elección del director general no deba obedecer al mismo principio. Además, señaló, así se beneficiarían todos, dado que el mayor desafío de la Agenda de Desarrollo de Doha es la plena incorporación de la dimensión del desarrollo a las negociaciones, y que los países del Sur participen plenamente en el proceso de decisión. Seixas Correa subrayó que el director general no sólo dirige la Secretaría de la OMC, sino que también preside las negociaciones.
En cuanto a la posibilidad de compartir el mandato con Lamy u otro candidato, recordó que los miembros de la OMC ya aceptaron claramente las pautas del Consejo General sobre la forma de conducción del proceso de selección, y por tanto el director general tendrá un mandato de cuatro años.
Seixas Correa aclaró que, aunque realizó consultas con el G-20 y otros grupos, y mantuvo numerosas reuniones bilaterales con colegas de todos los grupos y con ministros, su candidatura no representa al G-20, un mecanismo de negociación diseñado para producir consenso y luchar por la preservación del nivel de ambición del mandato de Doha en materia de agricultura.

“Reequilibrio” comercial

El último candidato en hacer su presentación fue Lamy, quien destacó que, aunque las exportaciones de los países en desarrollo se han triplicado en 20 años, las nuevas posibilidades del sistema comercial internacional están divididas y son utilizadas de manera poco equitativa por los países miembros, ya sea por “reglas injustas” del sistema o porque resulta muy difícil hacer los ajustes necesarios para los miembros más débiles del club. La prioridad debe ser “reequilibrar el sistema internacional de comercio a favor de los países en desarrollo”, dijo el ex comisario de Comercio de la Unión Europea.
En una conferencia de prensa que ofreció después, Lamy dijo que se decidió a postularse para el máximo cargo de la OMC tras analizar los criterios de selección del director general: amplia experiencia en negociaciones internacionales, firme compromiso con el trabajo y los objetivos de la organización, y habilidades de administrador y comunicador.
Lamy cree que la OMC puede poner el comercio al servicio del desarrollo, construir normas e implementarlas de manera que los países en desarrollo sientan que son beneficiarios del sistema, y no sus víctimas. Las negociaciones no pueden culminar con éxito si los países en desarrollo que están alrededor de la mesa de la OMC no se sienten de esa forma, dijo.
La finalización de la ronda de negociaciones es la máxima prioridad, destacó, y esto requerirá “un fuerte impulso” de los presidentes del Consejo General, del Comité de Negociaciones Comerciales y de la Conferencia Ministerial. Pero el objetivo no puede alcanzarse si los países en desarrollo no se sienten más a bordo del barco, recalcó.
Con respecto a las preferencias colectivas que él mismo promovió en un documento de la Unión Europea de setiembre de 2004, Lamy arguyó que, como comisario de Comercio, tomó esa medida porque creía que existía el peligro en Europa, y en particular en Francia, de que surgiera un nuevo grupo basado en valores en lugar de intereses, y que considerara que la apertura comercial y las reglas del comercio moderno se oponían a su identidad, valores y cultura. Sin embargo, el director general es una persona diferente, y su posición es diferente, señaló. Y dada la posición preponderante entre los miembros de la OMC sobre ese asunto, como director general dudaría mucho antes de tomar una medida así, afirmó.
En cuanto a que la OMC deba ser gobernada por un director general de un país en desarrollo, dado que el Banco Mundial y el FMI están gobernados por ciudadanos de países industrializados, Lamy dijo que estos organismos son “animales” diferentes: son bancos con accionistas que tienen mayoría en la estructura del capital y en el voto, y también en la partición de las acciones y cuotas. Pero la OMC no funciona así, porque no tiene accionistas, señaló. Busca un director general con capacidad de servir a la organización, y las pautas de selección no mencionan la cuestión del pasaporte, recordó.
Lamy reconoció que en las conferencias de Seattle y Cancún declaró que la OMC era “medieval” y que mantiene esa opinión, pero dijo que como director general nunca pronunciaría esas palabras, y además el manejo de las conferencias ministeriales ha mejorado y puede mejorar más.
Según Lamy, él puede convencer a la comunidad internacional de que tiene en cuenta los intereses de los países en desarrollo, como lo hizo en otra calidad en las iniciativas Todo menos Armas, el acceso a los medicamentos y la abolición del apoyo a las exportaciones, tres áreas de prioridad para el Sur. También demostró en su posición anterior que podía distanciarse de su circunscripción inicial, recordó, y señaló que el director general debe hacer lo mismo. (SUNS)




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