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   Nº 206 - julio 2006
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Integración Regional


Nº 206 - julio 2006

Entrevista con un sindicalista uruguayo

“El Mercosur progresista es una enorme decepcion”

Javier Silva no es un sindicalista común. Es sociólogo, master en Integración Regional, miembro de la directiva del sindicato de AUTE (Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas) de Uruguay desde 1998 y secretario general desde diciembre de 2005. Fue secretario técnico de la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur, entidad que reúne a las ocho centrales sindicales más importantes de Uruguay, Brasil, Argentina, Chile, Bolivia y Paraguay.

¿De qué se trata esta Coordinadora?

La Coordinadora de Centrales sindicales del Cono Sur se organiza por ramas de actividad: bancaria, maestros, metalúrgicos, etc. Una de esas ramas es la energía que se organizó bajo el nombre de Coordinadora de sindicatos del sector de la energía del Mercosur (Cossem). Fue muy activa sobre todo entre 1996 y 2001 trabajando tanto en aspectos programáticos como en las movilizaciones. Por ejemplo, en nuestra movilización en contra del Marco Regulatorio del Sector Eléctrico, o en Paraguay cuando hubo unos intentos fuertes de privatizar el sector de la electricidad. Hoy el trabajo de la Cossem está un tanto detenido aunque la Coordinadora ha colocado a la organización de sectores como parte central de su estrategia de complementación productiva con generación de empleo. El sector de la energía es uno de los sectores claves dada la crisis energética actual y su vinculación con el desarrollo productivo.

¿Cuales eran los puntos programáticos más importantes?

El punto fundamental era el de la integración y la infraestructura, particularmente energética. Era una cuestión clave en lo programático pues se vinculaba con la visión que tenía la Coordinadora de la construcción de una integración alternativa, cuestión que se mantiene hasta ahora. Un segundo punto era la oposición al modelo privatizador. En aquél momento ese modelo se impulsaba con mucha fuerza e implicaba que la energía dejaba de ser un bien social y pasaba a ser una mercancía. Y eso no fue un eslogan. Fue toda una concepción y en ella se jugaba el marco regulatorio común para todos los países que llevó a que la integración energética quedara en manos de decisores privados. Fue así como se fueron construyendo "carreteras energéticas" sin que los estados pudieran incidir en las decisiones. Y cuando tomaron decisiones las tomaron mal, intencionadamente o no. Yo estoy convencido que en Uruguay no se hicieron inversiones en generación desde 1991 con el único fin de debilitar a la UTE y favorecer la introducción de la inversión privada. Era imposible en aquel momento -y lo planteamos- no pensar en una "carretera eléctrica"que nos uniera con Brasil, con todo el potencial hidroeléctrico que tiene.
La necesidad de pensar los temas regionales en el marco de la Cosme nos llevó incluso a formar un grupo de investigación con técnicos de todos los países. Esto era clave para la Coordinadora porque en ese momento –y ahora también- se hacía hincapié en otro modelo de integración. No de base comercial como la actual, sino productiva, con generación de empleo, justicia social y una integración política profunda con clave en una nueva frontera. Y esa sigue siendo la propuesta del movimiento sindical de la región actualmente. Hoy seguimos impulsando esto en un escenario político favorable en cuanto correlación de fuerzas, pero donde los gobiernos de izquierda mantienen los mismos esquemas de integración, con los mismos contenidos que antes.
Otro punto importante para la Cossem era todo lo relacionado con la eficiencia energética y el uso racional de la energía, esto que tiene tanto que ver con los problemas que tenemos en el Uruguay de hoy. Una política de eficiencia energética que dure en el tiempo, no para junio, julio y agosto. Esto también formaba parte de la visión que teníamos en aquel entonces y por eso también éramos contrarios a los nuevos marcos regulatorios; porque veíamos que si se dejaba el recurso energético en manos privadas se transformaba en una mercancía e iba a ser muy difícil tomar medidas de este tipo.

Y ahora cóomo es?

Lo que ha cambiado ahora es que hay un escenario político diferente. Nuestra propuesta se mantiene, lo que cambia es que hay una correlación de fuerzas favorable a nivel Mercosur. Sin embargo, la situación actual del proceso de integración regional, la foto de hoy, es una enorme decepción. Nosotros estuvimos doce años remando contra un Mercosur que a lo único que se dedicaba era a bajar aranceles. Incluso en ese escenario de correlación de fuerzas negativas igualmente nosotros podíamos avanzar como movimiento sindical regional en algunos espacios tripartitos para la discusión de algunos temas. No sólo los sociolaborales, sino también los de la integración profunda, productiva, económica, social, política y cultural.
Nosotros somos integracionistas porque vemos que la única manera de disputarle hegemonía a Estados Unidos, la Unión Europa o Japón es desde la región. Y vemos que el mundo del siglo XXI se va diseñando polílticamente a nivel global con un número limitado de jugadores. Entonces nosotros queremos que nuestro bloque sea un bloque que dispute este poder. Nosotros vemos en el Mercosur la posibilidad de la integración en infraestructura pero también en la complementariedad productiva. No queremos repetir el esquema centro-periferia del capitalismo global adentro de la región -que es lo que hace Argentina con las papeleras- sino repartir el trabajo. El trabajo con intelectualidad, con valor agregado, con tecnología, distribuirlo equitativamente entre los socios.
Cuando asume Lula, se instalan en el Mercosur los “Foros de Competitividad”, un espacio de diálogo entre gobiernos, sindicatos y empresarios. Ahí nos dimos cuenta lo que le costaba a los gobiernos incluir a las trasnacionales que seguían tomando decisiones e incidiendo en la economía energética independientemente de lo que se decidiera en esos espacios. Allí iban los pequeños y medianos empresarios pero era difícil llevar a los jugadores más fuertes a esas discusiones donde de lo que se trataba para el movimiento sindical era de diseñar una nueva división del trabajo regional que tuviera a su vez un impacto en el mediano plazo en la estructura de la división del trabajo a nivel global.
Creo que nuestra decepción ahora viene por eso. Porque no vemos que los gobiernos tengan fuerza para imponerse a esos grandes jugadores. Por ejemplo: en el 2002 los gobiernos firman un acuerdo para los años 2004 –2006. La agenda de los sindicatos estaba toda incluida allí: la complementación productiva y todos estos temas que estamos hablando. El mismo año, el gobierno argentino llegó a la cumbre de Ouro Preto... ¡a hacer una propuesta de salvaguardias nacionales! Era como llevar al Mercosur al año 1990, antes de que existiera. Eso en aquel momento no caminó, pero ahora, este mismo año, Brasil y Argentina acaban de firmar un acuerdo bilateral de salvaguardias, donde quedan afuera los demás países. El conflicto de las papeleras, los problemas con la entrada de arroz a Brasil, la respuesta de Uruguay buscando un TLC con Estados Unidos, muestran que han cambiado poco las cosas.

De tus palabras deduzco que, por un lado, los actores privados siguen teniendo la sartén por el mango y los gobiernos no logran imponerse. Y por otro lado los gobiernos progresistas no logran sintonizar una integración alternativa. Entonces ¿para qué sirve la correlación de fuerzas favorables?

En la practica, a nivel de integración, nada. Tenemos el mismo Mercosur que teníamos hace cinco años. Pero los presidentes no están ahí producto de la gracia divina. Están ahí por un proceso de acumulación de décadas, que resultó en una votación popular que los coloca en el gobierno. Me refiero básicamente a Brasil y Uruguay, que son gobiernos de izquierda. Entonces, ahí es donde yo digo que la correlación de fuerzas la tenemos que hacer valer a nuestro favor con nuestra capacidad de propuesta y movilización.
Pero hay otros factores que influyen en que estemos en esta situación. Brasil, que es el líder natural en el Mercosur estuvo un año y medio metido en una crisis de corrupción que lo llevó a estar todo el tiempo mirando para adentro y ahora está en plena campaña electoral. Entonces yo tengo expectativas de que a partir del año que viene Brasil vuelva a jugar como al principio del mandato de Lula. En aquel momento tuvo una actitud muy agresiva: marcó la cancha del Mercosur, llevó al Mercosur a firmar un acuerdo de complementación con la Comunidad Andina de Naciones –pensando en la Comunidad Sudamericana de Naciones, el viejo proyecto brasileño- y llegó a la OMC habiendo articulado aquel Grupo de los 20 en una alianza Sur-Sur que enfrentó a las potencias mundiales trancando la Ronda de Dhoa.
Ahora hay una disputa de liderazgo con (el presidente venezolano Hugo) Chávez muy grande que hay que ver como evoluciona. Y en esa disputa de liderazgo el tema energético tiene mucho que ver. Hemos asistido en los últimos meses a tres mega proyectos: uno que ya esta fuera de agenda, el de Camisea, y los últimos patrocinados por Chávez. El más corto vendría de Bolivia sin la participación de Brasil y Argentina. El más largo atravesaría el continente y sólo pensar en el precio final del gas –sin entrar en el tema las posibilidades reales de abastecimiento- ya lo hace inviable. Pero todo esto es más que nada discurso, sin contenido real.

¿Como ves entonces el futuro de la integración energética?

En el marco de coyuntura actual, no lo veo. Para peor ahora vienen dos semestres malos: viene la presidencia pro tempore de Brasil, con un país en pleno proceso electoral y luego la presidencia de Paraguay que no va a incidir demasiado. Pero la perspectiva en el mediano plazo, con un segundo mandato del PT de Lula, y solucionados los problemas internos que hicieron que se metiera para adentro, seguramente Brasil vuelva al esquema de política exterior que se vislumbró en 2003 ejerciendo el liderazgo regional. En un escenario de ese tipo la perspectiva puede ser positiva.

---------------- Esta entrevista se publicó por primera vez en el suplemento Energía Nº 2 de La Diaria, Montevideo, 7 de julio de 2006.




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