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   Nº 210 - Noviembre 2006
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Nº 210 - Noviembre 2006

Junta de Comercio y Desarrollo de la UNCTAD

Supachai y Lamy opinan sobre suspensión de la Ronda de Doha

por Martin Khor

Además de realizar el Examen de Mitad de Periodo, la Junta de Comercio y Desarrollo de la UNCTAD también convocó a su reunión anual del 27 de setiembre al 10 de octubre. Una de las sesiones durante esta reunión se centró en la situación que atraviesa la OMC y numerosos participantes reclamaron la reanudación de las conversaciones de la Ronda de Doha junto con líneas favorables al desarrollo.

La suspensión de las negociaciones de la Ronda de Doha de la de la organización Mundial de Comercio (OMC) no debería reducir las expectativas sobre la dimensión del desarrollo de la Ronda. Con esta afirmación expresada en la Junta de Comercio y Desarrollo, el secretario general de la UNCTAD, Supachai Panitchpakdi, dijo que el desarrollo no había sido integrado efectivamente a los sectores básicos de las negociaciones de acceso a los mercados.
Supachai habló el día de apertura de la reunión anual de la Junta de Comercio y Desarrollo, en una sesión sobre el programa de trabajo de la OMC posterior a Doha. En la misma sesión, el director general de la OMC, Pascal Lamy, dijo que una reanudación de las conversaciones depende principalmente de si se podía hacer un trabajo exitoso en las capitales de los estados miembros de la organización, lo cual llamó “una considerable acción política”.
Las máximas autoridades de las dos organizaciones no ofrecieron nueva información sobre los avances desde la suspensión de las negociaciones de la Ronda de Doha a fines de julio, ni acerca de cuándo esperan que se reanuden las conversaciones. De hecho, Lamy, en su declaración oficial, dijo muy poco sobre la situación actual de la OMC, y prefirió hacer una crítica al Informe sobre Comercio y Desarrollo 2006 de la UNCTAD. Sólo hizo comentarios más detallados sobre el estado actual de las negociaciones en respuesta a los comentarios de algunos diplomáticos que hablaron después de los dos funcionarios.

El contenido de desarrollo

Supachai dijo que la suspensión no tiene por qué provocar una reducción de las ambiciones con relación a la dimensión de desarrollo de la Ronda de Doha, recordando que el Resultado de la Cumbre Mundial 2005 de las Naciones Unidas comprometió a los países a trabajar con celeridad para la aplicación de esa dimensión.
“Lograr un contenido de desarrollo significativo y sustancial sigue siendo indispensable para un resultado exitoso de las negociaciones en todos los sectores y también daría un impulso importante a la economía mundial”, expresó Supachai.
“El desarrollo ha estado en el centro de las negociaciones, pero todavía debe ser plena y efectivamente integrado en los sectores básicos de las negociaciones de acceso a los mercados. Es allí donde se obtendría la mayoría de los beneficios comerciales.
“Requiere que el acceso al mercado y la entrada de las exportaciones de los países en desarrollo tengan una mejora efectiva, así como también un apoyo mejorado de los donantes para construir las capacidades de abastecimiento, competitividad e infraestructura relacionada con el comercio de aquellos países”.
“También requiere ayudar a los países en desarrollo a beneficiarse más plenamente de las oportunidades generadas por la liberalización del comercio multilateral, incluso a través de la Ayuda para el Comercio efectiva. Para que la Ronda cumpla su promesa de desarrollo es necesario procurar esos objetivos con ahínco”.
Supachai dijo que una conclusión de la Ronda exitosa, equilibrada y centrada en el desarrollo es un bien mundial común. La Ronda también pretendía contribuir a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, lo que incluye reducir la pobreza a la mitad y crear el tipo de sistema comercial que mejor promueva el desarrollo.
La experiencia enseña que el comercio trabaja para el desarrollo, pero solamente cuando se da en las condiciones correctas. Las normas deben ser justas, claras y equilibradas; debe garantizarse un entorno de políticas; y debe ofrecerse acceso a los mercados y oportunidades de ingreso a todos los participantes.

Oportunidad perdida

Supachai añadió que las perspectivas de los países para el crecimiento y el desarrollo orientados a la exportación han disminuido con la suspensión de la Ronda de Doha. La reciente falta de avances en las negociaciones redujo la confianza de los países en el propio sistema multilateral de comercio.
La actual suspensión de la Ronda corre el riesgo de empañar algún logro importante en materia de desarrollo, que se espera de los avances alcanzados hasta ahora en las negociaciones. Numerosos sectores del programa relacionados con el desarrollo han quedado “en suspenso”. Por ejemplo, los exportadores de los países menos adelantados todavía están privados de las oportunidades de exportar bienes libres de derechos y contingentes a sus principales mercados exportadores con normas de origen transparentes y simplificadas. Los exportadores agrícolas de los países en desarrollo deben continuar esperando por una reducción de las subvenciones a las exportaciones en agricultura. Y los productores y exportadores de algodón de África Occidental no ven que se adopte una acción inmediata con ahínco, celeridad y específicamente en materia de subvenciones al algodón, como previamente se había esperado que ocurriera en 2006. Lamentablemente, la suspensión de las conversaciones perjudicó más profundamente a los sectores más pobres del mundo.
Pero además de perder una oportunidad histórica para brindar ganancias inmediatas y directas que promuevan el desarrollo en todo el mundo, la suspensión tiene numerosas consecuencias sistémicas a largo plazo.
En primer lugar, la suspensión es innegablemente un revés temporal para el sistema multilateral de comercio. La ronda actual de negociaciones, de concluir con un resultado importante orientado al desarrollo, podría ofrecer beneficios para el crecimiento económico y el alivio de la pobreza.
En segundo lugar, la suspensión envía una señal negativa sobre el futuro de la economía mundial y podría alentar un resurgimiento del proteccionismo. En tercer lugar, se corre el riesgo de que los países intensifiquen la búsqueda de iniciativas comerciales bilaterales y regionales con compromisos más profundos. Tales acuerdos ya están proliferando.
En cuarto lugar, las distorsiones provocadas por las subvenciones en el comercio agrícola mundial persistirán en el nivel actual, amenazando así las perspectivas de los países en desarrollo de generar más ganancias por exportaciones e ingresos por exportaciones agrícolas. Eso es porque las subvenciones agrícolas sólo pueden ser abordadas en foros multilaterales, y ningún acuerdo comercial regional individual puede reemplazar posiblemente una función tan importante del sistema multilateral de comercio.
En quinto lugar, es posible que los países hayan aumentado el recurso de la solución de controversias. La imposibilidad de encontrar soluciones negociadas a las preocupaciones comerciales sólo conducirá a soluciones más formales y judiciales, que son más conflictivas y podrían deteriorar las relaciones comerciales bilaterales. Esas consecuencias negativas de la suspensión de la Ronda de Doha señalan claramente la necesidad de reanudar las negociaciones cuanto antes.
Supachai manifestó que es posible que la suspensión de la ronda haya provocado incertidumbre en el proceso general de negociaciones y su conclusión final, especialmente en términos de la oportunidad, la calidad y la ambición de una posible propuesta final. Y las perspectivas de reanudación están sujetas a las evoluciones de los procesos electorales y las decisiones políticas nacionales.
Añadió que muchos han expresado la preocupación de que la expiración de la Autoridad de Promoción Comercial de la administración de Estados Unidos prevista para el 30 de junio de 2007 hará menos claras las perspectivas de negociación a menos que las negociaciones se reanuden pronto.
En la medida que un sistema abierto, no discriminatorio y basado en normas debería ser considerado como un bien público que ofrece una cuota justa de beneficios para todos, es responsabilidad común de todos los países demostrar la voluntad política renovada y flexibilidades nuevas necesarias para facilitar la reanudación del trabajo con una función de liderazgo para los actores claves.
El compromiso de la UNCTAD con el sistema multilateral de comercio y con garantizar los beneficios del desarrollo que ofrece el sistema internacional de comercio y las negociaciones del comercio sigue siendo parte de su misión y vocación central, concluyó Supachai.

Reflexión política

Lamy dedicó casi todo el tiempo de su presentación a una crítica del Informe sobre Comercio y Desarrollo 2006 de la UNCTAD. Acerca de la suspensión de la Ronda de Doha expresó que se ha producido una seria reflexión política desde la suspensión en julio. Estaba convencido de que el proceso dará como resultado el reconocimiento de que no hay una alternativa aceptable a la conclusión exitosa de la Ronda.
Añadió que la reanudación de las conversaciones tendría sentido solamente si los principales países cambian sus posiciones. Esto no ocurrirá a menos que haya “una considerable acción política a nivel nacional”, y la mayoría de las negociaciones ahora deben hacerse a nivel nacional.
Es de esperar que esto ocurra y, mientras tanto, debería ponerse énfasis en la iniciativa de la Ayuda para el Comercio. Lamy dijo que su posición es que la Ayuda para el Comercio no forma parte del todo único de la Ronda de Doha y, por lo tanto, debería continuar por esta vía. Esta opinión está reforzada por los mensajes políticos de numerosos miembros que reafirman su compromiso con una propuesta de Ayuda para el Comercio amplio.
En comentarios posteriores, Lamy dijo que la suspensión había creado una conmoción en numerosas capitales que les hizo enfrentar las consecuencias y costos del fracaso ante los jefes políticos. El costo del fracaso, expresó, está distribuido de manera inequitativa, con costos mucho más elevados para los países más pequeños.
Añadió que existe consenso entre los miembros de que si se va a volver a empezar, se debe hacerlo “desde la página anterior”. No sería posible volver a empezar desde la situación previa a la Conferencia Ministerial de Hong Kong de 2005 o al programa de julio de 2004 de los acuerdos marco.
En sustancia, expresó que el problema no es tanto sobre el nivel de ambición sino más bien de proporción (entre los compromisos sobre las subvenciones nacionales y el acceso al mercado en agricultura). En el lugar en que estaban ahora, dijo Lamy, estaba menos preocupado por la ambición ya que hubo un importante avance en comparación con las negociaciones de la Ronda Uruguay anterior, tanto en reducción de aranceles como en reducción de subvenciones.
Según Lamy, la Ronda Uruguay redujo las subvenciones nacionales en 20-25 por ciento y ahora las tasas de reducción son el triple. Si bien hay “agua” (entre el tope y los niveles de subvenciones aplicados), expresó, reducir el tope y el agua contribuye a la estabilidad del sistema.
Lo mismo ocurrió con los aranceles. Las reducciones propuestas son de dos a tres veces más que en la Ronda Uruguay, ya que “cambiamos la tecnología del enfoque promedio al enfoque de franjas”, en que los aranceles más elevados deben ser los que más se bajen.
En términos del impacto sobre el comercio, expresó Lamy, si los aranceles se reducen de, digamos siete a cinco por ciento, el impacto no es demasiado, pero si la reducción es del 60 al 25 por ciento, es enorme. El impacto sobre el crecimiento del comercio es importante.
Lamy manifestó que no hubo acuerdo en julio debido a la cuestión de proporción, o quién tenía que pagar qué cosa, o “el índice de intercambio entre la reducción de las subvenciones y el acceso al mercado”. Ambos –un aumento en el acceso al mercado y una reducción de las subvenciones- están dentro del mandato. Es tan solo una cuestión de proporción.
Lamy expresó que a menudo le confundía la gran atención prestada a la cuestión de la proporción y lo poco referido a la ambición. En la política nacional se pone énfasis en cuánto se obtiene en comparación con lo que obtiene el socio comercial. Las cuestiones marginales no son importantes, concluyó Lamy. Si miramos el panorama general, habrá mayores esperanzas.
Anteriormente, Lamy comentó el tratamiento que da el Informe sobre Comercio y Desarrollo a la cuestión del espacio de política. “El argumento básico que la UNCTAD formula es que los compromisos internacionales en la esfera de las finanzas o el comercio están impidiendo a los países en desarrollo explotar su auténtico potencial de desarrollo, puesto que no se permite que los gobiernos intervengan en la economía de maneras que son esenciales para el progreso. Cuando se emplea este argumento, creo que es importante no abogar sólo por un espacio de política sino por un espacio de ‘buena política’. Debemos esgrimir argumentos convincentes sobre las razones por las que es necesaria una determinada política, basándonos en los hechos”.
Tomando el ejemplo del Acuerdo sobre las Medidas de Inversión Relacionadas con el Comercio (TRIMs, por su sigla en inglés), expresó que es más que discutible que el contenido nacional de valor agregado de las exportaciones aumentaría si se permitiera la adopción de prescripciones en materia de resultados (muchos de los cuales están prohibidos por el Acuerdo sobre TRIMs). Lamy preguntó si los objetivos de las medidas de inversión relacionadas con el comercio no se podrían lograr de mejor manera mediante la estructura arancelaria.
Tomando el Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas Compensatorias de la OMC, al cual se lo acusa de inmiscuirse en la esfera de competencia de la autoridad legisladora nacional, Lamy se interrogó: “¿Queremos sostener que la mejor contribución que la OMC puede hacer al desarrollo es velar por que los países en desarrollo no tengan obligaciones en esta esfera? ¿O que se deberían permitir las subvenciones a la exportación? Lamy expresó que con relación al espacio de política y aranceles industriales, el informe aboga a favor de la flexibilidad debido a la necesidad de ingresos y la conveniencia de una gran variación de los niveles arancelarios para adaptar los niveles de protección en el contexto de una política industrial.
Los países en desarrollo podrían así suscribir un promedio global de tipos arancelarios bastante bajo, con una gran autonomía para aumentar y disminuir cada tipo.
“Estas recomendaciones abordan la esencia de la cuestión de qué función pueden desempeñar los gobiernos en el desarrollo industrial y la diversificación. Las personas honradas pueden discrepar, en particular por lo que respecta al grado de protección que debe otorgarse y a la capacidad de los gobiernos para gestionar esas políticas de manera eficaz”, dijo. “Se trata de un terreno abonado para el debate, un debate que creo que se debe entablar teniendo en cuenta los hechos”. (SUNS)




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